Resulta que Marilina De La Fuente y Eduardo Guzmán no solo se ganaron un hermoso viaje de 3 años con pensión completa al Hotel Penal, sino que, como buenos jefes modernos, decidieron tercerizar también la culpa. Así fue como varios empleados de su empresa quedaron pegados en la gran ensalada penal que armaron, con más condimentos que una picada de Año Nuevo. Todos terminaron en el noticiero con cara de “¿y yo qué hice?”, como si los hubieran pescado robando Wi-Fi del vecino.
Pero a medida que el fiscal Iván Grassi avanzaba con la causa —lupa en mano y cara de “acá huele a trucho”—, la mayoría fue sobreseída. Zafaron de ir a juicio, menos dos: una médica y una abogada. ¿Y quién era esta última? Nada menos que la hija de la jefa del operativo “afano con sellito”. Pero como en las buenas series, hubo un plot twist: ¡también resultaron absueltas! Sí, como cuando el VAR anula el penal que todos ya estaban llorando.
Durante la investigación, se supo que De La Fuente y Guzmán usaban sellos ajenos como quien usa la cuenta de Netflix del ex: sin permiso, sin culpa, y cobrando por shows que nadie vio. Facturaban a la OSP servicios tan fantasmas que hasta Casper se sentiría estafado. Eso sí: todos los sellos y matrículas eran de empleados que ni enterados estaban. Una especie de “Robin Hood pero al revés”: les robaban a los pobres… para quedarse con todo ellos.
Aunque los dos genios del delito ya tienen su condena por estafadores de lo público y falsificadores nivel Photoshop sin talento, no se descarta que los profesionales perjudicados ahora los demanden por injurias y calumnias. Porque una cosa es que te usen el sello, y otra es que te arruinen el nombre y te dejen como el médico trucho de los Simpson.
Durante una audiencia, uno de los involucrados lloró desconsoladamente, al grito interno de “¡yo solo quería firmar historias clínicas, no estar en una causa penal!”. Escena digna de telenovela de la tarde. Porque si algo quedó claro, es que acá se lloró más que en final de Gran Hermano.
Y no termina ahí. Hay pacientes (bueno, ex pacientes, porque muchos ya partieron al más allá) que figuran como atendidos cuando en realidad no recibieron ni un paracetamol. Si se comprueba que por culpa de la truchada alguien se quedó sin atención, la cosa podría escalar más que el rating en un escándalo de famosos.
¿El capítulo final? La hija de De La Fuente, que además de ser abogada terminó siendo víctima del reality familiar. Aseguró frente al juez Parrón que su mamá la presionaba para mentir, y terminó testificando en una sala separada, al estilo “habla ahora o calla para siempre”. Papá abogado —sí, también abogado— tuvo que hacer malabares emocionales para contenerla, mientras la telenovela judicial seguía sumando episodios. Algunos dicen que la madre le mandó mensajes intimidatorios. Pero la hija, en un gesto de fidelidad entre puñaladas, no la denunciaría.
Y así termina otro capítulo de la gran saga sanjuanina: “Corrupción S.A., edición sellos voladores”. Próximamente, en todos los portales.