Después de que Javier Milei se diera de cara varias veces contra el Congreso, empezaron a aparecer los clásicos gritos de pánico: “¡Son socios con los kirchneristas como si fueran compañeros de PlayStation! de Máximo Kirchner”. Sí, porque en la política argentina, si coincidís una vez con alguien, automáticamente te conviertes en su fan número uno… o en su enemigo mortal, depende del día.
El kirchnerismo, cuando está en la oposición se pone perfume lavanda ordinario para que el olor podrido a corrupción no salga por los cuatro costados. Es como un vampiro usando bloqueador solar: todos sabemos que no cuadra, pero igual lo intenta. Critican al gobierno actual por cosas que ellos hacían como si fueran rituales mágicos: decretazos nocturnos, favores selectivos y olvidar leyes como quien olvida U$S 5 millones de dólares en una caja de seguridad como Florencia Kirchner.
La pregunta del millón: si hay fuerzas políticas que siempre votan según sus convicciones, ¿por qué la histeria? ¿Son ellos los que se protegen los kirchneristas , o son los kirchneristas los que cambian de apariencia a pesar que la gente los ve de la misma manera? Es como echarle la culpa al microondas por quemar las palomitas de maiz: no es el microondas, es quien apretó el botón sin mirar.
Durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, algunos republicanos intentaron impulsar la ley de acceso a la información pública. Los K dijeron: “¡Jamás! Eso es como darle un megáfono a los trolls de internet con cara de politico”. Luego llegó Macri, y, sorpresa: el kirchnerismo terminó votando a favor. Resultado: cuando los peronistas hacen malabares con sus principios, a veces nos benefician a todos. Gracias a esa ley, descubrimos la famosa foto del cumpleaños de Fabiola: el Presidente de entonces estaba de fiesta en fiesta, rompiendo sus propios decretos.
Milei, claro, no podía quedarse atrás. La ley de acceso a la información se la pasó por el lado “modo kirchnerista deluxe”: decretazo, control total, cero explicaciones y actitud de “yo mando, ustedes obedecen”. No asociarse con nadie; la coreografía de hacer todo por decreto es universal.
Al final, quienes gritan “¡Los que no nos votan son socios de los Kirchner” deberían mirar el historial del Presidente cuando era diputado: votando con Máximo Kirchner contra el acuerdo con el FMI, o apoyando la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, para después tener que ponerla de nuevo.
Todo es muy divertido, hasta que empieza a enfermarte…¡so long baby!

