Los titulares de las carteras productivas, Gustavo Fernández (San Juan) y Rodolfo Vargas Arizu (Mendoza), se reunieron para planificar cómo salvar la vendimia 2024. Después de unas cuantas copas de vino (para «inspirarse», claro), llegaron a estas brillantes medidas:
- Promoción internacional: Decidieron que, en lugar de folletos aburridos, enviarían a influencers a tomar vino en la cima del Aconcagua. ¡Hashtag #VinoConAltura!
- Innovación tecnológica: Van a inventar una app que te diga cuál es el mejor vino para tomar según tu estado de ánimo. ¿Enojado? Malbec. ¿Feliz? Torrontés. ¿Confundido? Un blend, total, ya nada tiene sentido.
- Sustentabilidad: Prometieron que las uvas serán cultivadas con amor y regadas con lágrimas de alegría. También planean usar burbujas de jabón para espantar plagas, porque es ecológico y divertido.
- Capacitación: Abrirán una escuela para enseñar a los turistas a catar vino sin hacer el ridículo. Primer módulo: «Cómo no decir ‘este vino sabe a uva’ delante de un sommelier».
- Denominación de origen: Decidieron que cada botella llevará un holograma del General San Martín diciendo: «Este vino es tan argentino como yo».
- Investigación: Van a clonar a las mejores uvas del mundo y mezclarlas con las de Mendoza y San Juan. El resultado: ¡la «Uva Frankenstein»! (Spoiler: ya la están probando en secreto).
- Comercio intraprovincial: Para agilizar el transporte de vino entre provincias, contratarán a un ejército de catamaranes tirados por caballos. Porque, ¿qué puede salir mal?