El ingreso del viento Zonda durante la tarde del sábado dejó a buena parte de la provincia bajo una cortina densa de tierra que redujo la visibilidad, complicó la circulación y generó un escenario de emergencia respiratoria para personas con afecciones crónicas. Las ráfagas —que superaron los 70 km/h en el Gran San Juan y alcanzaron picos mayores en el corredor Chacritas-Ullúm— levantaron un fino manto de polvo que se depositó sobre calles, techos y cultivos.
La combinación de polvo y material vegetal en suspensión obligó al cierre preventivo de caminos secundarios y motivó recomendaciones oficiales para limitar la actividad al aire libre, especialmente en niños, adultos mayores y pacientes asmáticos. Desde las 17:30 h, el Hospital Rawson registró un incremento del 35 % en consultas por irritación ocular y cuadros de broncoespasmo.
En paralelo, el sistema eléctrico provincial sufrió salidas de servicio en dos alimentadores troncales. Barrios de Rivadavia, Chimbas y Pocito quedaron sin suministro durante lapsos que oscilaron entre 40 minutos y tres horas. Energía San Juan explicó que la acumulación de polvo fino y la fricción del viento producen descargas a tierra que disparan las protecciones automáticas de las líneas. Técnicos trabajaron con cuadrillas reducidas debido a la baja visibilidad y al riesgo de proyección de objetos.
Protección Civil informó que no hubo víctimas, pero sí daños menores: postes inclinados, ramas caídas y rotura de paneles solares en zonas rurales. El Ministerio de Educación suspendió las actividades vespertinas en escuelas del Valle del Tulum, mientras que la Dirección de Vialidad recomendó extremar precauciones en la Ruta 40 Sur y la Ruta 12, donde el polvo redujo la visibilidad a menos de 50 m en algunos tramos.
El fenómeno comenzó a amainar pasadas las 22 h, cuando un débil frente frío del sudoeste devolvió algo de estabilidad. Sin embargo, la suciedad en suspensión permanecerá hasta que se registren precipitaciones o vientos de limpieza, algo que el Servicio Meteorológico Nacional no prevé antes del martes.
La postal que deja el Zonda es conocida: cultivos cubiertos de tierra, un incremento inevitable en el consumo de agua para limpieza domiciliaria y una provincia que, una vez más, constata la vulnerabilidad de su infraestructura ante un evento climático recurrente. Mientras tanto, la población espera —entre barbijos y velas— la restauración completa del servicio eléctrico y una tregua en el aire que respira.