Las señales en el peronismo sanjuanino se aceleran: se están tirando bengalas, luces de bengala y hasta humo de colores en plena cara, como si fueran una murga con crisis de identidad. Hace un par de semanas, dos intendentes de esos que juntan más moños que votos, junto con un sindicalista con más cintura que ética, salieron por orden de Sergio Uñac a inflar la posible candidatura de Cristian Andino como si fuera el nuevo mesías… del peronismo de los departamentos “con GPS” porque nadie se acuerda dónde están.
Después vino la jugada silenciosa, o sea, «el vacío cobarde de los caciques del PJ» –comentan en el barrio– a los chimberos Daniela Rodríguez y Fabián Gramajo: ni un WhatsApp les dejaron. Fue como hacerle un cumpleaños sorpresa… pero sin invitados. Un baldazo de “tomá pa’ vos” en plena apertura del Concejo. Si el peronismo fuera una banda de rock, ese día tocaron todos… menos los de Chimbas.
Pero en el peronismo sanjuanino nadie se queda callado, hay más cataratas de palabras que en la Real Academia Española. Es parte del folclore: si no hay bardo, amenazas, quilombo, no es peronismo. Gramajo, con la sutileza de un camión volcador pidió la jubilación de Uñac y Gioja. Les sugirió que pasen a ese retiro espiritual llamado “de consulta”, donde uno opina, pero no decide… o sea, un geriátrico del poder.
Y para condimentar, tiró una perlita: habló de un “tándem político” con Carlos Munisaga, ese muchacho que por ahora no tiene porque definirse, ni aunque le pongan un revólver de votos en la sien. ¿Qué es ese tándem? ¿Una fórmula? ¿Una señal? ¿Un delirio místico? Nadie sabe, pero si Gramajo lo dice, probablemente sea algo que explota en seis meses o menos.
Resumen del caos: casi todos los intendentes peronistas están con Andino… pero son jefes de territorios donde votan más en los grupos de mamis del colegio que en las urnas. Gramajo, en cambio, se acuesta con Orrego y se despierta peronista, en una especie de sueño húmedo bipartidista que dejaría a Perón con una sonrisa en la cripta. Munisaga, mientras tanto, hace como que juega, pero en realidad se está sacando selfies con el fantasma de la independencia.
Y en el medio de este culebrón, el único que se caga de risa —con perdón de la expresión, pero es la única que aplica— es Marcelo Orrego, que está ganando elecciones sin mover una ceja. El peronismo le hace campaña gratis. Si sigue así, va a mandar un cordero de agradecimiento a cada comité.
Ah, y como frutilla del postre: apareció Leonardo Gioja, el sobrino del Flaco y nuevo asesor de Sergio Uñac. Un gesto de unidad, dicen. Pero en este PJ, los gestos de unidad son como los besos en las películas de mafiosos: te saludan, te abrazan, un tiro en la frente y a la acequia. Si el acuerdo no camina, Leo va a terminar asesorando a los libertarios o trabajando para Microsoft, ya que es el único sanjuanino que fue alumno de Bill Gates allá por los 2000.
Y Uñac, que se hace el buenito, ya tiene el dedo en el botón de eyección. Preguntale a Mauricio Ibarra si no. Lo subieron al barco del amor… y lo tiraron por la borda con un ladrillo atado al tobillo, Ibarra, conoció el uñaquismo desde adentro… y después lo conoció desde afuera. Todo muy frio, más frío que traición en julio-agosto.