Miguel Ángel Borja es tan amigo del gol que no necesita mucho tiempo ni mimos exagerados para anotarse en el marcador. Y Marcelo Gallardo otra vez tuvo que acudir al colombiano para que evite otro mal partido de River: ingresó al inicio del complemento y en diez minutos anotó el primero del conjunto de Núñez, que finalmente se impuso 2-0 por el segundo tanto de Franco Mastantuono, quien también saltó desde el banco.
No brilló River en San Juan y no podrá estar demasiado contento Gallardo con el rendimiento de sus dirigidos. Sin embargo, existen cosas de las que el entrenador se puede aferrar. Lo primordial es que jugando flojo, el equipo no pierde. Y bastante más: apenas recibió un gol en el primer partido contra Platense (Franco Armani suma 618 minutos sin goles).
Igual, sigue en la búsqueda River y esa es una mala noticia porque a esta altura de la temporada Gallardo debería tener claro el esquema táctico y a la mayoría de los intérpretes. Pero cada partido es un nuevo ensayo del que se sacan bastantes cuestiones negativas y por eso la confusión es lo que reina. Porque River en este inicio del año es eso: un equipo confuso. “Movete, dejá de joder”, se escuchó al promediar la etapa inicial de los dos mil neutrales que estuvieron en el Hilario Sánchez.
Conviene primero señalar los factores externos, que no pueden funcionar como excusas. Pero sería un error no mencionarlos. Con la alta temperatura (37 grados de sensación térmica) poco se puede hacer, aunque sí se podría mejorar las condiciones del campo de juego, que lució extremadamente seco y muy desparejo. Es hasta peligroso para los futbolistas, más allá de que conspira contra el buen juego porque se necesitan dos tiempos para controlar el balón. Los campos feos alientan la fricción, el duelo de las segundas pelotas. Y ahí también se está sintiendo incómodo River.
Gallardo pensó una alternativa táctica para jugar en San Juan. Al 4-3-1-2 con el que comenzó la temporada le sumó una variante porque Gonzalo Martínez jugó casi de extremo por izquierda, con Santiago Simón y Enzo Pérez en el eje, más Maximiliano Meza como enlace para conectar con los atacantes, Facundo Colidio y Gonzalo Tapia, la novedad en el elenco titular. Ese vacío en el carril derecho era para que Gonzalo Montiel corra sin oponentes. Así, River en largos pasajes se paró con tres defensores (Casco junto a Díaz y Martínez Quarta), especialmente cuando atacó. Pero esa lucidez para mover las piezas le duró apenas 5 minutos: rápido entró en el juego del choque. En ese lapso positivo, Pity Martínez realizó un par de desbordes peligrosos.
En la confusión se mostró más cómodo San Martín, alentado por su público. No lució firme Martínez Quarta, que en los duelos por arriba perdió más de lo que ganó. Las dos más claras de la primera parte fueron para el local y con dos remates del lateral derecho Alejandro Molina: una la sacó Armani al córner y la otra la desvió el chileno con la cabeza.
Los cambios del entretiempo resolvieron el duelo. La presencia de Borja en este River aún en formación es indispensable: a los 10 minutos recibió del Pity Martínez y definió ante la salida de Borgogno. El del Colobrí (56 gritos en 117 juegos) fue el gol 300 de un colombiano en River (el máximo anotador es Juan Pablo Ángel, con 62).
El gol tranquilizó a River. Subieron los niveles de Enzo Pérez y de Meza en el medio. Se sumaron Mastantuono y Lanzini para que la pelota circule mejor. Paulo Díaz volvió a ser el más firme de los centrales y San Martín casi no complicó. En las pocas que pateó desde afuera, Armani respondió.
Festejó Gallardo con fuerza el segundo gol porque lo anotó Mastantuono y porque fue tras una linda jugada colectiva que comenzó Meza por el sector derecho y que culminó con un toque a la red del juvenil (que se sumó este semana tras el Sudamericano Sub-20) después de un pase corto de Montiel.
Tal vez haya sido exagerado el resultado, pero River justificó la victoria por lo realizado en el complemento. Y porque tiene un goleador que no necesita demasiado para festejar sus goles.