Sergio M. Eiben – Director diarioplural.com.ar
Milei dice que en julio del año que viene vamos a tener inflación cero. Cero. Ni uno. Nada. La nada misma. Un país donde los precios no suben ni con viagra. Una Argentina tan estable que va a parecer Suiza… pero con menos chocolate y más chamullo. El profeta de esta buena nueva no es Nostradamus, es el propio Presidente de la Nación, que como político fue reconocido como una de las 100 personalidades más influyentes del mundo por la revista Time.
También se animó a tirar que el dólar va a caer por debajo de los $1100 pesos. Sí, el dólar. Ese mismo que sube si un funcionario estornuda o si alguien dice “riesgo país” tres veces frente al espejo. Los que entienden de dólares -ya sea porque ganaron en la timba o porque se los afanaron- dicen que va a retroceder como ex en crisis, gracias a la magia del “no hay pesos en la calle”. No hay plata, claro. Pero no porque todavía no se haya ordenado la economía definitivamente, sino porque la gente está más seca que lengua de vieja chusma.
Después de más de dos siglos de experiencia como país independiente, ¿alguien puede predecir lo que va a pasar en la Argentina, más con el contexto internacional político y económico en el cual se encuentra el mundo entero? Es como predecir quién se va a pasar a otro partido político en San Juan: hoy milita, mañana critica, y pasado vuelve diciendo que lo hace «por el pueblo».
Ahora que los «aumentos estacionales» le metieron esteroides a la inflación, dicen que en abril sube entre 3,9% y 4,2% y después empieza a bajar como si el país fuera una licuadora vacía.
Y la frutilla del postre: si el gobierno no mete mano, el dólar se va a autodestruir como las grabaciones de Misión Imposible. Así nomás. Se va a desmayar de aburrimiento, porque no hay pesos para perseguir. Según esta lógica, el peso argentino —sí, el mismo que ahora usamos para envolver huevos— va a empezar a valorarse solo. El peso argentino se va a hacer el galán del mercado, y va a seducir al dólar para que se tire del balcón por él.
Lo que no dijeron es si este modelo también predice es a cuánto va a volver la milanesa con fritas, o si es necesario vender un riñón para pagar el alquiler. Porque una cosa es inflación cero… y otra muy distinta es vivir en un país donde el optimismo y el oxígeno son los únicos insumos que todavía no te cobran, y no sabemos hasta cuando.