La relación que alguna vez pareció una de las más influyentes del poder estadounidense hoy es un campo de batalla abierto. El presidente Donald Trump y el magnate Elon Musk, antiguo asesor y principal donante de su campaña, protagonizan un nuevo enfrentamiento público que sacude la política y los mercados. Este capítulo parte de las diferencias sobre un proyecto de ley, presentado por el Ejecutivo, para producir un ajuste fiscal.
La guerra entre Donald Trump y Elon Musk escaló a un nuevo nivel por el mega proyecto de ley de recortes fiscales y gastos que impulsa el presidente en el Congreso. El empresario, quien ya había roto lazos con el gobierno, considera que la iniciativa es perjudicial para el país y para el futuro del Partido Republicano.
Musk intensificó sus críticas durante el fin de semana: argumentó que la legislación “elimina empleos y obstaculiza a las industrias emergentes” y calificó el proyecto como un “suicidio político para el Partido Republicano”.
El empresario también amenazó con acciones directas contra los legisladores que lo apoyen. “Todo miembro del Congreso que hizo campaña para reducir el gasto del gobierno y luego votó inmediatamente por el mayor aumento de deuda en la historia debería agachar la cabeza de vergüenza”, escribió. “Y perderán su (elección) primaria el próximo año, aunque sea lo último que haga en esta Tierra”.
La respuesta de la Casa Blanca fue contundente y personal. Trump utilizó su plataforma, Truth Social, para atacar directamente al empresario. El presidente centró sus críticas en los subsidios para vehículos eléctricos y sugirió que la fortuna de Musk depende de la ayuda estatal.
“Elon podría recibir más subsidios que cualquier ser humano en la historia, con mucho, y sin subsidios, Elon probablemente tendría que cerrar y regresar a Sudáfrica”, escribió el republicano.
La disputa se agudizó cuando Musk propuso la creación de una nueva fuerza política. “Si se aprueba este insensato proyecto de ley de gasto, se formará al día siguiente el Partido Estados Unidos”, publicó. La reacción de Trump no se detuvo en las redes.
Consultado por la prensa en la Casa Blanca sobre una posible deportación de Musk, quien nació en Sudáfrica, el mandatario fue tajante: “Tendremos que analizar eso”. Más tarde, redobló la amenaza: “Quizás tengamos que imponerle DOGE a Elon. ¿Saben qué es DOGE? DOGE es el monstruo que podría tener que volver y devorar a Elon”, en alusión al Departamento de Eficiencia Gubernamental que el propio Musk encabezó.
El presidente argentino, Javier Milei, quedó en una posición incómoda en medio de la pelea. En febrero, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), Milei le entregó a Musk una motosierra como símbolo de la lucha contra la burocracia estatal, cuando Musk lideraba los esfuerzos de recorte de gastos del gobierno de Trump.
Cuatro meses después, el magnate mostró arrepentimiento por esa escena. En un intercambio en X, un usuario lo criticó por el gesto. “Quizás no deberías haber llevado la motosierra al escenario y haberte portado como un tonto”, le escribió un internauta. La respuesta de Musk fue una reflexión inesperada: “Buen punto. Milei me dio la motosierra entre bastidores y la usé, pero, en retrospectiva, faltó empatía”.
La reanudación de las hostilidades es una mala noticia para los inversores de las empresas de Musk. Las acciones de Tesla ya cayeron más del 20% este año en un contexto de deterioro de las ventas en Estados Unidos, Europa y China, y en medio de una reacción negativa por su asociación inicial con el gobierno de Trump. El martes, antes de la apertura de los mercados, los títulos de la compañía de vehículos eléctricos retrocedieron otro 6%.
Mientras la pelea pública se desarrolla, los líderes republicanos en el Senado trabajan a contrarreloj para asegurar los votos necesarios para el proyecto de 940 páginas. El líder de la mayoría, John Thune, busca acuerdos de último minuto para contener la rebelión de senadores preocupados por los recortes a Medicaid y del ala más conservadora, que exige reducciones de gastos aún más profundas.
Los republicanos no tienen margen de error con su estrecha mayoría. Ya dos senadores, Thom Tillis y Rand Paul, indicaron su oposición. La atención se centra en las senadoras Lisa Murkowski y Susan Collins, quienes también expresaron serias reservas.
Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA.
