Una mujer de 70 años, en plena vulnerabilidad, fue cruelmente despojada de sus ahorros de toda una vida por impostores que operan con total descaro.
En un hecho que evidencia la inseguridad y la desprotección a la que están expuestos los adultos mayores, una jubilada sanjuanina fue víctima de una estafa descarada perpetrada por delincuentes que se hicieron pasar por empleados bancarios. El engaño, ejecutado con alevosía, le arrebató la suma de 35.000 dólares —equivalente a más de 42 millones de pesos—, dejando en evidencia no solo la crueldad de los estafadores, sino también la falta de mecanismos efectivos para prevenir estos crímenes.
El modus operandi: Un cuento del tío con lujo de cinismo
El pasado jueves por la mañana, la víctima, identificada como K.R., recibió una llamada de un individuo que, con total falsedad, se presentó como empleado del Banco Supervielle. Con argumentos manipuladores, el impostor le hizo creer que sus billetes de dólares estaban «vencidos» y que, de no cambiarlos de inmediato, perderían todo su valor.
Horas después, otro cómplice —un supuesto «cadete bancario»— se presentó en su domicilio, ubicado cerca de Comandante Cabot y el Lateral de Circunvalación, para llevarse todo su dinero en efectivo. La mujer, confiada en la supuesta legitimidad del trámite, incluso lo recibió en su casa y le entregó los ahorros de años en una bolsa.
Nunca más volvió.
La indignación crece: ¿Dónde están las medidas de prevención?
Este caso no es aislado. Una y otra vez, estafadores aprovechan la buena fe de personas mayores, muchas veces solas y con limitado acceso a información, para despojarlas de sus recursos. Lo más indignante es que estos delitos siguen repitiéndose sin que existan campañas efectivas de concientización ni controles más estrictos sobre llamadas fraudulentas.
La denuncia fue radicada en la Comisaría 28°, y la investigación quedó a cargo de la UFI Delitos Informáticos y Estafas, pero la pregunta que todos se hacen es: ¿llegará la justicia? Mientras tanto, la víctima queda en total desamparo, enfrentando no solo un daño económico irreparable, sino también una profunda desconfianza hacia un sistema que falló en protegerla.
¿Hasta cuándo seguirán operando estos criminales impunemente? La sociedad exige respuestas y acciones concretas para evitar que más personas caigan en estas trampas indignantes.