En un episodio digno de una precuela no autorizada de Rápido y Furioso: Chimbas Drift, dos justicieros barriales —Maximiliano Heredia y Víctor Firmapaz— decidieron resolver una supuesta injusticia a la antigua: trompadas, alambre y baúl.
La historia es simple, como el argumento de cualquier novela turca de la siesta. Según la versión popular (la de ellos, claro), un tal David Carbajal les habría robado. Y como acá no se estila andar con abogados ni cámaras de seguridad, los muchachos optaron por el método medieval: lo interceptaron, lo molieron a golpes, lo envolvieron con alambre como si fuera un matambre, y lo dejaron abandonado en el Villicum, probablemente esperando que alguna alma caritativa o un turista confundido lo levantara.
Pero lo mejor vino después. Al grito de “¡Libertad para los justicieros del alambre!”, una treintena de vecinos cortaron la Ruta 40 para pedir la liberación de los dos Rocky Balboa de la Villa Mariano Moreno. Con carteles, aplausos y frases como «¡Ellos no son criminales, son héroes barriales!», dejaron claro que la realidad supera cualquier capítulo de Policías en Acción.
Claro que, como siempre, todo termina cuando llega la Policía. Y esta vez no fue la excepción: los manifestantes se retiraron de la ruta “pacíficamente”, lo que en idioma sanjuanino suele significar «sin piedrazos ni insultos fuertes, por esta vez nomás».
Mientras tanto, los protagonistas de esta versión alternativa de “La Liga de la Justicia” esperan declarar ante la Justicia. Aunque eso sí: si confiesan con el mismo entusiasmo que pegaron, capaz terminan filmando una miniserie en el Penal de Chimbas. Se podría titular: Los Vengadores: Era de Villicum.