Cristina Kirchner pasó el que probablemente sea el “finde XXL” más largo y complicado de su vida política. Condenada por corrupción en la Causa Vialidad y con arresto domiciliario que la deja más recluida que influencer cancelada, la ex presidenta pelea por seguir siendo algo más que un póster vintage del peronismo. Mientras tanto, fuera del conurbano bonaerense, su figura se diluye más rápido que sobre de jugo en un bidón.
Últimamente, la jefa del cristinismo anda a full con la diplomacia virtual. Publicó dos mensajes en X, intentando mostrar que todavía teje hilos en el peronismo federal, aunque los gobernadores la miran como quien observa a la tía que en las fiestas de familia se para a dar discursos históricos sobre la familia.
Cristina en plan “besitos desde el calabozo VIP”:
“Hace unos minutos me comuniqué con el compañero gobernador Gildo Insfrán para felicitarlo por el excelente resultado del peronismo en la elección de Convencionales Constituyentes y de legisladores provinciales. Un abrazo grande a todos los formoseños y formoseñas.”
¡Qué ternura! Saluda a Insfrán, el señor feudal de Formosa, que viene de arrasar con el 70% de los votos mientras mantiene a la provincia en el túnel del tiempo. Eso sí: nada de compartir el relato de la persecución judicial. Gildo no compra “lawfare” ni aunque se lo ofrezcan en cuotas sin interés.
Minutos después, la ex presidenta mandó otro mensajito para Rosario, tirando flores a Juan Monteverde:
“Me comuniqué también con el compañero Juan Monteverde que logró una gran victoria en Rosario. Mis felicitaciones a los compañeros y compañeras del peronismo santafecino por la excelente elección que hicieron también en otras ciudades del interior provincial.”
Pero ojo: Monteverde, aunque hizo migas en su momento con Juan Grabois, se armó solito, lejos de La Cámpora, y con acuerdos transversales. Vamos, que no es soldado K. A Cristina le conviene colgarse de cualquier victoria para simular que sigue en el centro del ring, aunque el público ya esté mirando otra pelea.
Mientras tanto, en Buenos Aires, el peronismo está hecho un rompecabezas entre La Cámpora, Axel Kicillof y los intendentes que se turnan para ver quién le suelta primero la mano. En el resto del país, los gobernadores mantienen el saludo formal a Cristina, pero la tratan como a la porcelana fina: mejor no romperla, pero tampoco usarla.
Cristina: La influencer en arresto domiciliario
La realidad es que Cristina no tiene margen ni para volver a ser candidata a delegada de consorcio. Su situación judicial está más complicada que algoritmo de Instagram. La Corte Suprema ratificó su condena por corrupción, así que la ex presidenta pasa sus días en su residencia de Constitución, sin actos masivos, sin contacto con las bases, y apelando a lo único que le queda: X-Twitter.
Allí se presenta como madre fundadora del kirchnerismo, recordando a Néstor y a la épica, mientras los gobernadores le sonríen pero se cuidan de abrazarla demasiado fuerte. “Por respeto”, dicen. Lo cierto es que hoy Cristina es una marca que fuera del AMBA, en lugar de sumar, espanta votos.
La campaña “Cristina Libre” impulsada por La Cámpora juntó menos apoyo entre los gobernadores que una colecta para salvar a Gran Hermano. Nadie se sube a ese bondi porque cada uno está salvando su kiosco.
Cristina y el Mileigate económico
Pero ojo, que Cristina no piensa quedarse callada. Aprovechando su suite con vista al edificio de enfrente, sacó metralla en X contra Javier Milei, con su clásico estilo “speech en cadena nacional”, y lo revoleó así:
“Che Milei, ‘economista experto en crecimiento con y sin dinero’… Vos podrás gritar como energúmeno, putear en arameo y amenazar con meter ‘presos a todos’… pero hermano… LOS DÓLARES SE VAN Y LAS INVERSIONES NO LLEGAN…”
Cristina se convirtió en analista económica de la city. Desgranó datos del Banco Central y le tiró con la salida de dólares, el déficit comercial y la miseria de media Argentina. Todo aderezado con mayúsculas y exclamaciones, porque si algo aprendió la ex presidenta es que en redes sociales, gritar es gratis.
Y cerró su catarata verbal con su sello inconfundible de “yo ya lo había anticipado todo”:
“Podrán encerrarme y proscribirme, pero el MODELO ECONÓMICO DE ENDEUDAMIENTO ESTRUCTURAL, SALARIOS PISADOS Y DÓLAR PLANCHADO, como siempre, va a FRACASAR. Ya lo vivimos.”
Autorreferencial como siempre. Porque si algo no va a cambiar nunca es que Cristina, aun desde su arresto domiciliario, siempre es la protagonista de su propio cuento.
Mientras tanto, el peronismo se rearma, Massa sueña con volver, Kicillof se proyecta, Grabois se mantiene al acecho y los gobernadores, con gesto zen, la saludan desde lejos. Cristina sigue tuiteando desde su balcón virtual, tratando de demostrar que aún tiene voz… aunque cada vez menos gente la escuche.