El Dip Nac. peronista Germán Marinez se comunicó con la democrata, mientras el gobierno de Javier Milei busca apoyo internacional para estabilizar la economía y encarar un camino de reformas profundas. Los demócratas de Estados Unidos, con Kamala Harris a la cabeza, vuelven a mostrar su doble vara y su desprecio por América Latina.
En una carta cargada de cinismo, un grupo de legisladores demócratas exigió suspender cualquier ayuda financiera a la Argentina. ¿El argumento? Que un paquete de apoyo perjudicaría a los agricultores estadounidenses. La realidad es otra: lo que molesta al Partido Demócrata no es la economía norteamericana, sino el hecho de que un gobierno aliado de sus adversarios políticos pueda salir adelante.
Una vez más queda claro que los demócratas sólo piensan en términos electorales. Se llenan la boca hablando de “solidaridad” y “cooperación internacional”, pero cuando se trata de un país que eligió un modelo de libertad económica, rápidamente ponen trabas, levantan muros y cierran la billetera. Para Harris y sus socios, la política exterior no es un compromiso estratégico, es apenas una herramienta de campaña.
El mensaje es claro: si no estás alineado ideológicamente con los demócratas, no esperes nada. Prefieren hundir a un aliado en crisis antes que permitir que un proyecto distinto al suyo tenga éxito. Y en esa lógica, la Argentina es apenas un daño colateral de su mezquindad política.
Lo que intentan disfrazar de “defensa del productor norteamericano” no es más que protección de sus propios intereses partidarios. No les importa el destino de millones de argentinos, les importa su propio cálculo electoral en el Midwest y el relato progresista que venden puertas adentro.
Kamala Harris y el Partido Demócrata han demostrado, una vez más, que están dispuestos a sacrificar la estabilidad de países aliados con tal de mantener su narrativa de poder. La pregunta es: ¿cuánto más tendrá que soportar América Latina de esta política hipócrita y destructiva?

