La situación económica en Argentina es compleja y ha generado dificultades para gran parte de la población. Aunque el Gobierno de Javier Milei ha aplicado medidas de ajuste, los resultados aún son inciertos. Algunos indicadores económicos son positivos, como la desaceleración inflacionaria y el superávit fiscal, pero otros aspectos preocupan.
Por ejemplo, la pobreza y la indigencia han aumentado significativamente, especialmente entre los jóvenes. En diciembre de 2023, había un 50% de pobres y un 10% de indigentes en el país. Sin embargo, entre los chicos de 13 a 17 años, la pobreza alcanzó al 59% y la indigencia al 19%. Estos números son alarmantes y reflejan una profunda disgregación social. La falta de acceso a una educación primaria de calidad también es preocupante. Un tercio de los niños pobres no asiste a la escuela o lo hace con sobreedad. Además, enfrentan violencia callejera y el flagelo del consumo de “paco”.
En el otro extremo, la tercera edad también enfrenta desafíos. La extensión de la vida aumenta la cantidad de personas que requieren de la previsión social para subsistir. Sin embargo, mientras ello ocurre, se reduce, inversamente, el número de quienes deben aportar para mantenerlos. Esto no puede atribuirse al egoísmo de la gente común, sino a la falta de inversiones privadas que demanden empleos de calidad, ahuyentadas por un populismo depredador. De los 23 millones de trabajadores, la mitad son “cuentapropistas” o simplemente están “en negro”. El país se ha convertido en el reino de las changas y el desempleo encubierto.
Para mejorar la situación, se necesita unidad y un enfoque en cambiar el rumbo, no en mantener lo mismo. La Argentina requiere una refundación que permita darle viabilidad como organización colectiva. Es hora de poner el hombro entre todos para evitar que el edificio se derrumbe. La unidad debe ser para transformar y construir un futuro más justo y próspero para todos .
La situación que describes es alarmante y refleja una realidad preocupante en Argentina. Según un estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), la pobreza en el país habría alcanzado el 55,5% de la población en el primer trimestre de 2024, y la indigencia aumentó al 17,5% en el mismo período. Estos incrementos se atribuyen en gran parte al impacto de la inflación y a la subida de precios en alimentos, afectando especialmente a los estratos más bajos de la sociedad.
El informe también señala que aproximadamente 25 millones de personas (residentes en áreas urbanas) estarían en situación de pobreza, por debajo de la canasta básica total (CBT). Además, unos 7,8 millones de personas se encuentran en estado de pobreza extrema o indigencia, por debajo de la canasta básica alimentaria (CBA). La inseguridad alimentaria afecta a un alto porcentaje de la población, con un 24,7% de personas en áreas urbanas experimentando inseguridad alimentaria total y un 10,9% en situación de inseguridad alimentaria severa.
La educación también enfrenta desafíos significativos. Un tercio de los niños pobres no asiste a la escuela o lo hace con sobreedad, y muchos carecen de acceso a una educación primaria de calidad. La violencia callejera y la falta de oportunidades afectan su desarrollo. Para mejorar los resultados educativos, es crucial abordar las condiciones de vida de las familias y buscar progreso material.
En cuanto a la tercera edad, la extensión de la vida aumenta la demanda de previsión social, pero la falta de inversiones privadas y el desempleo encubierto dificultan la sostenibilidad del sistema. El déficit fiscal y la falta de aportes de jubilados y pensionados también son preocupantes.
En resumen, es fundamental un esfuerzo conjunto para cambiar el rumbo y evitar que el edificio se derrumbe. La unidad y la atención a las causas subyacentes son esenciales para abordar estos desafíos sociales y económicos en Argentina.