El dólar y las reservas del BCRA son dos temas centrales de la discusión económica actual. En ese marco, Juan Carlos Hallak, especialistas en desarrollo productivo y competitividad internacional, enciende luces amarillas por la apreciación de la moneda y su impacto sobre los diferentes sectores productivos. “No hagamos cosas que agraven el problema del atraso cambiario”, plantea en diálogo con LA NACION.
Investigador en el IIEP-UBA, el economista destaca la flexibilización del cepo y la apertura comercial, pero advierte por los efectos en algunos sectores. También analiza las medidas que afectaron al régimen en Tierra del Fuego, cuyo costo estima en US$1000 millones anuales. “Es el doble de todo lo que se gasta en el Conicet. Es lejos el régimen de promoción más costoso del país”, describe.
-¿Cómo analiza el nivel cambiario tras la flexibilización del cepo?
-Era un paso fundamental que se tenía que dar. El gran punto es que a todas luces el dólar muestra estar atrasado en términos históricos. Es verdad que ahora hay recursos nuevos de exportación, recursos naturales, que podrían sustentar un tipo de cambio más bajo. Pero parece difícil que este nivel sea sustentable.
-¿Por qué?
-Esperábamos una corrección del tipo de cambio mayor, y quizás hay dos elementos que ayudan a que no esté más alto. Uno son las ventas de futuros que han hecho. Y la otra, que no están comprando los dólares que tienen que comprar para recomponer reservas. Es muy temprano todavía. Creo que están haciendo cosas para mantenerlo bajo hasta las elecciones. Yo no haría eso. Es jugar con fuego.
-¿En qué sentido?
-Porque es un tipo de cambio que probablemente no sea sustentable. En algún momento va a ajustar. Y que no sea controlado ese ajuste termina provocando más costo del que tendría que provocar. Entonces, algunos dicen que está bien que no intervenga. Pero sí podría hacerlo en forma constante para ir acumulando reservas, no en función de un precio, pero establecer un compromiso de tantas compras por día o por semana. Podría ir acumulando reservas, que es lo que tarde o temprano va a tener que hacer. Pero no lo está haciendo, y claramente hay un objetivo de mantener el dólar bajo y la inflación baja para las elecciones. Desde cualquier punto de vista, si vas a tener un tipo de cambio flexible en un país como Argentina es inconcebible que no lo hagas con reservas. Tenés que tener reservas para combatir cualquier corrida. Y además se lo está imponiendo el FMI.
-Es un tema sobre el que cuestionan al Gobierno hasta economistas cercanos en ideas, como Cavallo o Arriazu.
-Martín Rapetti hizo un ejercicio bastante completo de proyectar a futuro las necesidades de divisas que debería haber si quisiera mantener este dólar. Y a todas luces es insostenible este dólar, salvo que haya un boom de productividad y de exportaciones que yo no creo que haya. Entiendo que va a haber mejoras de productividad por la estabilidad, por el mayor crédito, por las inversiones en estos sectores de economías de recursos no renovables como Vaca Muerta o la minería, pero con eso no alcanza. Tenés que desarrollar una competitividad mayor y exportaciones más allá de eso. En el IIEP tenemos un informe trimestral de exportaciones y las dividimos en commodities y las más diferenciadas. Y las que no son commodities, están estancadas. Y con este dólar va a ser difícil que se expandan mucho.
-¿Qué foto ve hoy con este dólar?
-Creo que es una economía que está creciendo en gran medida en función del crédito y, en lo que es transables, en los recursos no renovables. La gran esperanza a futuro de inserción internacional está con esos bienes. Eso no es bueno.
-¿Por qué?
-Porque esos bienes son limitados. No tenemos tanto para desarrollarnos. Cuando queramos acordar, vamos a tener un ingreso per cápita un poco más alto, un estándar de vida un poquito más alto de lo que hay ahora, pero vamos a decir ‘Perdimos años en no acordarnos de desarrollar todos los otros sectores’. Y a estos hay que ponerles foco. Los otros sectores hay que ponerles foco con política productiva. Hay una Argentina productiva que no es eso, que es heterogénea. Tiene sectores y empresas avanzadas y modernas, otras que no, pero necesitan el apoyo de Estado. No con subsidios. Yo no estoy hablando de subsidios ni protección. Hay que darle lo que uno puede pensar como insumos complementarios.

-¿Qué incluye?
-Son bienes públicos que la empresa sola no puede hacer. Desde promoción comercial y ayudarlos a salir al exterior hasta imponer una marca país o trabajar temas de calidad para exportar, formación para el trabajo, apoyo a la innovación y un ecosistema innovador. Son un montón de cosas que se resuelven a nivel sectorial. El mismo Gobierno tiene a Demian Reidel a cargo de un plan nuclear. Suena razonable. ¿Y qué hace? Coordina un organismo del Estado que desarrolló una patente, va a buscar inversores que inviertan en estos reactores nuevos, cuestiones que tienen que ver con regulación, con el desarrollo de IA. Eso es coordinación de un montón de actores públicos y en relación con el sector privado, con una mirada estratégica de a dónde querés que vaya el sector. Más allá de que te guste o no te guste lo que plantea, es el concepto. Y hay muchos sectores que necesitan eso. Y no es darles subsidios, que se los damos a sectores que no le tenemos que dar.
-¿Y cómo conviven ese proceso, que también lleva tiempo, con este tipo de cambio?
-Si tenés un tipo de cambio atrasado que le resta competitividad al sector transable, ese desarrollo va a estar mucho más limitado. Eso es una discusión macro: en la medida que este tipo de cambio esté artificialmente bajo, por decisiones del Gobierno de no ir comprando los dólares que va a tener que comprar para acumular las reservas que necesita para pagar las cosas que tiene que pagar en dólares. Y más si hace otras cosas también, como vender futuros y otras acciones. Yo me focalizaría por ahora a decir ‘No hagamos cosas que agraven el problema del atraso cambiario’. Y por otro lado, ponerle un ojo a la producción, más allá de la desregulación. Porque necesitan un estado atrás, que esté resolviendo problemas, y hoy no lo está haciendo.
-Fuera de energía o minería, ¿qué pasa con otros sectores?
-Lo que más empleo genera son los servicios, y si hay una economía que se expande, se van a expandir. Es perfectamente posible que tengas unos años de economía artificialmente creciendo en base al crédito, sin generar las bases de un crecimiento sostenido, y eso te va a generar empleo, como ocurrió en el pasado, pero tiene el riesgo de no ser sustentable. Por eso hay que generar un sector transable más allá de los commodities. La industria también es heterogénea. Algunos sectores menos expuestos a la competencia importada, como los alimentos, si hay un mercado interno que se expande van a estar bien, y otros más expuestos a la competencia internacional, aún con un mercado interno creciendo, y quizás un tipo de cambio atrasado, van a sufrir.
-El Gobierno impulsa, incluso en alimentos, una apertura comercial para bajar el nivel de precios. ¿Cómo lo analiza?
-En alimentos, lo importado siempre va a ser limitado. Puede ser focalizado en algunos sectores, que vengan de Brasil, pero en general somos competitivos y hay poca competencia aunque abras la economía. Quizás en alta gama, en quesos u otros productos. El tema está en el resto. La economía se abrió muchísimo en este año y medio. Se removieron todas las restricciones cuantitativas, que me parece bueno. Quizás lo hubiera hecho yo un poco más lento, pero eso era lo más distorsivo, y está bien que estén eliminadas. Después se bajaron aranceles, se simplificó el tema del cumplimiento de la reglamentación técnica, se limitó mucho el anti-dumping. Pero yo ahora no pondría las tintas tanto sobre la apertura, sino sobre no hacer acciones que aprecien más la moneda.
-Es una de las personas que más estudió el régimen de Tierra del Fuego. ¿Cuál es su visión de las recientes decisiones del Gobierno?
-Se tomaron dos medidas principalmente. Una no afecta a la actividad en la isla, porque bajó impuestos internos tanto al importado como al nacional. Eso bajó impuestos que hace que bajen los precios a costa de ingresos fiscales. La otra que sí afecta a Tierra del Fuego es que bajaron el arancel sólo a los celulares. Eso tiene que quedar claro: lo que afectó a la competitividad de la producción en la isla es solo a los celulares. Y de todo lo que se hace allá, es el peor producto.
-¿Por qué?
-Porque es el que tiene la relación costo-beneficio más desfavorable, tiene mucho costo y es el que menos empleo genera con respecto al valor de venta. Es casi todo insumo importado, solo se hace el ensamble. En los otros productos se hace además la placa electrónica, y en los celulares no. Entonces es valor agregado ficticio, solo generado por la protección comercial. El kit importado cuesta casi lo mismo que el celular terminado. Entonces, se lo hace valer artificialmente poniendo trabas a la importación o dándoles beneficios, no cobrándoles IVA a la producción en la isla.
-¿Cómo sigue el esquema en la isla?
-Esto fue hace unas semanas y hubo mucha discusión del impacto que iba a tener el empleo, y dije no va a haber una crisis de empleo. Terminé de decir eso y firmaron un acuerdo donde no se va a despedir a nadie. Cuando hicimos el trabajo con Fundar, hicimos las cuentas de cuánto le dan los costos y precios, y dio que tenían margen para absorber esta caída. Puede haber un efecto en el sentido de que haya más importación de celulares y entonces menos producción en la isla, pero si lo hay, es poco. El empleo de celulares es 2000 sobre más de 8000 empleos en la isla, y no se perderían muchos empleos. Y cada celular que se deja de hacer en Tierra del Fuego es más ingresos fiscales del gobierno, porque al venir ese producto importado recauda IVA y el impuesto interno que hoy no está pagando el que se produce en la isla. Es una desproporción enorme entre lo que pone el Estado y lo que gana a cambio.
-¿Cuál es el costo fiscal del esquema?
-Cuando lo estimamos, lo estimamos en más de US$1000 millones por año. Es un montón de plata. Es el régimen de promoción económica lejos más costoso de Argentina. Imaginate que es más plata que todo el sistema científico tecnológico es más plata. Es el doble de todo lo que se gasta en el Conicet. Y te gustará más o menos, pero se han desarrollado sectores a partir de ese conocimiento. La biotecnología en particular en gran medida se basa en todo lo que se hizo a partir del sistema científico tecnológico. Está bueno que haya actividad electrónica, pero no vale US$1000 millones. Y después de estas medidas, el costo fiscal es similar. De nuevo: lo que se hizo es bajar el arancel de lo que se importaba de celulares, que era muy poco.
-¿Cómo se podría cambiar la actividad de la isla?
-Obviamente en turismo hay un montón de potencial, en economía del conocimiento, en software. Están los proyectos concretos que se hablan y no se hacen, como tener una base naval y un polo logístico de los barcos que se provean en Tierra del Fuego para que después vayan a Antártida. Paran hoy en Chile. Y no se hacen por falta de financiamiento, que son monedas en comparación con lo que se gasta en el régimen. Muchos hablan de la geopolítica, y es fundamental. Es una región relevante. ¿Pero cómo lo defendés? ¿Poniendo gente? Esa es la forma más básica y costosa. Con esa plata poné barcos, un polo naval militar. Hay actividades mucho más fuertes, que no las tenés porque estás gastando en otra cosa.