El vicegobernador Fabián Martín apareció en Es lo que Hay (nombre profético si los hay) y, entre mate y mate, explicó el mapa electoral como quien arma un rompecabezas con piezas de otro juego. Dijo que el frente de Cambia San Juan está “abierto al diálogo”, pero con la misma apertura que tiene una puerta blindada en un banco suizo: se puede abrir, sí… pero no para vos.
Lo más jugoso fue su postura sobre La Libertad Avanza: ¿Le cerró la puerta? No exactamente. Le puso una traba, un sillón, tres cadenas y el portero eléctrico lo derivó a la nada misma. “Nosotros hablamos con todos”, dijo, pero a los libertarios se los dejó hablando solos en la esquina como testigos de Jehová de campaña floja.
En cambio, al bloquismo, ese viejo rockero de la política sanjuanina que vive con la guitarra en la mano y el bombo en el baúl, parece haberle guiñado el ojo. No sabemos si fue amor, estrategia o simplemente un reflejo nervioso, pero la puerta quedó “medianamente entornada”. Digamos que si el bloquismo trae vino y buena voluntad, puede pasar.
Martín también aclaró que “cada sector quiere tener su representante”. Una novedad reveladora, tipo “el agua moja” o “la inflación sube”. Pero lo dijo con tono de prócer constitucional, como si estuviera interpretando a Alberdi mientras el resto apenas juega al Teg.
¿La conclusión? En San Juan habrá frentes, pero con puertas selectivas. No es que no entren todos: es que algunos tienen que venir con currículo, referencias, PCR negativo de Milei y prometer que no van a pedir la vicepresidencia. La política local se ha convertido en un boliche bailable: si estás en la lista VIP, pasás. Si no, a gritar desde la vereda.