En San Juan, tierra de soles radiantes y números estadísticos, el Ministro de la Producción Gustavo Fernández celebra que crece el trabajo en blanco. ¡Alegría! ¡Progreso! ¡Cumbia y formulario ARCA! Según sus datos, hay más gente registrada que en la cola del ANSES un lunes a las 7. Se ve que el empleo florece, de a poco pero hay más trabajo. No importa si el sueldo no alcanza para una pizza sin muzzarella: lo importante es que está declarado. ¡Viva la dignidad laboral y el recibo de sueldo con olor a tinta fresca!
Pero claro, la oposición —siempre lista para ponerle limón a la herida— grita desde la vereda de enfrente: “¡Lo que crece es la desocupación, no el empleo!”. Y ahí arranca el show: números contra números, encuestas cruzadas, y gráficos que se estiran más que el sueldo de un monotributista. La desocupación, dicen, se esconde mejor que funcionario en día de interpelación. En el PJ dicen «Si hay empleo, debe ser en Narnia, porque acá no se ve».
Y mientras unos festejan que la cosa mejora y otros juran que estamos al borde del abismo, el sanjuanino promedio se pregunta si este mes le alcanza para pagar la luz o si va a tener que prender una vela… ¡para rezar!
En fin, el oficialismo ve trabajo recuperándose por todos lados, y la oposición ve desocupación hasta en el espejo, y muchísima gente sigue haciendo changas, vendiendo tortitas caseras o manejando un Uber sin declarar. Pero eso sí: todos trabajan… en la construcción de su verdad.