Lo de Bruno Olivera ya no es política, es peronismo puro con el «me tatué la cara de Milei en el pecho y le rezo antes de dormir». No solamente es senador nacional por San Juan, es el vocero no oficial, es aplaudidor profesional, el primer hincha de los modos chupamedias peronistas –cuando Néstor y Cristina Kirchner fueron presidentes, y que tanto se reputeaban por parte de unos pocos de los que estaban ayer en el Congreso–, en la fila del recital libertario. Arranca su show en X-Twitter, y larga su oda al líder supremo: “Desde el Senado vamos a seguir trabajando para llevar adelante todas las iniciativas probupuestas por el presidente”. Sí, «probupuestas». ¿Qué pasó ahí, Bruno? ¿La emoción te hizo un cortocircuito neuronal? O capaz el corrector del celular ya se hartó de escribir huevadas y se autoboicoteó. Después su «análisis político profundo» dejó esta frase para los tiempos: “Gran discurso”. Profundidad analítica nivel salita del jardincito de 4. ¡Qué bárbaro! ¡Qué agudeza! ¡Qué capacidad de argumentación!Fin. Listo. Un pensamiento más elaborado que eso y quizá entra en cortocircuito igual que yo despues de ver el partido de River y Estudiantes. Imaginate un alumno en la facultad entregando un ensayo con ese nivel de profundidad: «La Revolución Francesa fue un gran evento». ¡10 felicitado, campeón! Si Milei hubiera leído la guía telefónica, Olivera igual estaría tuiteando “Tremenda lectura, presidente”. Y lo mejor de todo es que Bruno realmente cree que está aportando algo. Pero lo único que aporta es la certeza de que, ayer volvimos a ver todo lo que a una gran parte de la sociedad argentina le asqueaba observar cada vez que Cristina Kirchner abría las sesiones del Congreso, y la horda de chupa-bombacha y chupa-pantymedias aparecían como felpudos aplaudiendo hasta los silencios que hacía. Ayer se vio que si Milei pidiera que los senadores y funcionarios que estaban en el palco se rapen en señal de lealtad, todos ellos ya estarían brillando más que una lámpara de quirófano. Lo que se vió ayer fue un conjunto de senadores y diputados nacionales con un miedo atróz a que Milei, Karina Milei, o Santiago Caputo los dejen sin la parte del queso de $9 millones de pesos que se roen cada mes. El estilo de inyectarle temor a los subalternos que practicaban los Kirchner ha triunfado y se ha impuesto con Milei. Y San Juan con Senadores Nacionales que no debían serlo, tiene una historia larga en todos los partidos, ¿o no?. Ahora volvamos con Bruno Olivera ¿es senador nacional por San Juan, es un sticker de Milei, o un holograma en movimiento?… en realidad es uno más en la lista de sanjuaninos llegados a un lugar en el cual nunca imaginaron que llegarían en su vida, como yo mismo cuando escuché frente a mi estas palabras…»hasta que la muerte los separe…».