El Banco Central (BCRA) lleva 13 ruedas consecutivas asistiendo financieramente a los bancos vía pases activos, un fenómeno que no se registraba desde hace casi 7 años.
Comenzó a hacerlo tímidamente el miércoles 4, cuando les aportó $531 millones a una tasa nominal anual del 48%, y siguió haciéndolo de manera ininterrumpida hasta el viernes 20 (último dato oficial), día en que les giró $58.616 millones al 45%, ya que había reducido el costo de esa asistencia en 3 puntos desde el viernes 6.
Para dar con un período de auxilio tan sostenido hay que retrotraerse hasta fines de octubre de 2017, cuando la economía lucía lanzada hacia el crecimiento, antes de que todo se frustrara por la corrida cambiaria que se comenzaría a desatar un semestre más tarde.
Ese dato es, junto al retroceso del 18,8% que acumuló en los últimos 30 días el stock de las Letras Fiscales de Liquidez (Lefi) -cayó de $9,17 billones a $7,4 billones el total de esta liquidez “ociosa” mediante al instrumento que reemplazó a las Leliq y los pases pasivos para terminar con la maquinita-, una señal potente que indica que la economía se encamina hacia otro escenario financiero.
Dicho escenario está vinculado con el dinamismo que tomó y mantiene en los últimos meses la demanda de crédito del sector privado (el total desembolsado pasó de $19,6 billones a $38,6 billones, +97%, en apenas cinco meses) en un contexto de estancamiento de los depósitos totales, que crecieron de $44 a $60,1 billones en igual lapso (apenas 39%).
Esto comienza a obligar a los bancos a subir las tasas que ofrecen a los depositantes por colocaciones a plazo fijo y seguramente también presionará sobre el costo del financiamiento en pesos del Estado.
Son todos síntomas del nuevo escenario financiero que emerge con eje en la recuperación que exhibe la demanda de pesos y el fortalecimiento de la moneda, un efecto sobre el que había alertado el ministro de economía, Luis Caputo, poco más de dos meses atrás, cuando dijo que “en breve la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos”. Obligado horas después a explicar su frase sobre la venta de dólares, dijo que respondía a que, “con el correr del tiempo, va a haber cada vez menos pesos, porque no se emite más por ninguna razón y se absorben pesos por superávit”.
“Una vez más, en competencia de monedas, la moneda fuerte será el peso”, redondeó.
Lo que se está viendo es que los bancos están volviendo a “trabajar de bancos” tras largos años de haber quedado atados al financiamiento del Estado y vivir de la “caja” del propio BCRA, que hasta llegó a atar la tasa que pagaban por los plazos fijos a la que recibían por devolverle a esa entidad buena parte del exceso monetario mediante inversiones en Lebac, Leliq y pases pasivos.
“Se empiezan a operar en forma habitual, no en forma generalizada, los pases activos (a tasas del 45% nominal anual) por demanda originada en necesidades puntuales de liquidez o arbitrajes de tasas de acuerdo a las colocaciones de algunas entidades”, explica el economista Hernán Del Villar, titular de la Consultora Alpha y experto en el sistema financiero.
Es algo que, vaticina, se hará más habitual, en especial hacia fin de año, porque desde hace meses “el crecimiento del crédito está siendo superior al aumento de la capacidad prestable de los depósitos, lo que lleva a la banca a bajar sus colocaciones en el sector público (principalmente Lefi y poco de colocaciones en el Tesoro)”, comenta.
Todo tiene que ver con lo que evalúa como el cambio más importante de los bancos en su tarea de intermediación: “Su decisión de acelerar el crédito a partir del segundo trimestre a ritmos de dos dígitos mensuales”.
Para el economista Pablo Repetto, jefe de análisis de Aurum Valores, el quiebre de dinámica se produjo a finales de abril, momento desde el que es “notorio el crecimiento del crédito al sector privado abastecido con desarme de posiciones de títulos”.
“En ese período, el crédito al sector privado, que había caído debajo del 4% del PBI, pasó al 6,5% del PBI actualmente, porcentaje similar al que había a finales de 2022. Si bien todavía está lejos del 12% que hubo a mediados de 2018, va en dirección correcta”, explica. “Todavía cuando se mide el porcentaje de exposición al sector público en el total del crédito del sistema financiero vemos que el 60% va al sector público consolidado y solo el 40% al sector privado. Hay mucho camino por recorrer aún”, insiste
El analista está convencido de que la forma de abastecer ese aumento de la demanda de crédito hará que no solo veamos en adelante mayor desarme de posiciones de Lefi, “sino también en el financiamiento al Tesoro”, una consecuencia sobre la que había advertido también el equipo económico en la última reunión transmitida por streaming para tratar de “evangelizar” al mercado.
En esa transmisión, realizada hace dos semanas en la previa de la más importante licitación de deuda en pesos que hasta allí enfrentaba el Gobierno, el equipo económico dejó saber que apreciaban que la sólida recuperación que exhibe la demanda de crédito privado les estaba abriendo a los bancos la posibilidad de comenzar a descargar parte de la cartera que tomaron de exposición al sector público (al punto de que están vigentes desde hace tiempo excepciones regulatorias para que los computen de otro modo). Para el Tesoro, a su vez, es la chance de ir reduciendo deuda.
“Mientras sus depósitos crecen al 4%, sus préstamos lo hacen al 12% en términos reales, lo que genera un desbalance mensual entre fondeo y crédito de $4 a $5 billones. Frente a esto, los bancos tienen dos opciones: aumentar las tasas de plazos fijos o dejar de renovar Letras del Tesoro”, explicó el asesor Federico Furiase, y desde hace unos meses director del BCRA, para dejar en claro por qué imaginaban que los bancos podrían verse tentados a no renovar de aquí en adelante la totalidad de sus tenencias actuales.
Dicho “apetito” podrá medirse pasado mañana, cuando el Gobierno salga a buscar fondos para hacer frente a vencimientos por algo más $7 billones, aunque, para tratar de no convalidar subas de tasas frente a una menor demanda ante este fenómeno, tal vez se vea tentado a usar parte del colchón de liquidez por unos $16 billones que mantiene colocado a tasa cerp en cuentas del BCRA.