La victoria de La Libertad Avanza (LLA) en las últimas elecciones legislativas despejó completamente las dudas que tenía el mercado sobre la sostenibilidad política del Gobierno, pero en el frente económico todavía persiste cierta incertidumbre. En particular, los analistas económicos y los inversores coinciden en que, en algún momento, el equipo económico deberá recalibrar el modelo monetario y cambiario para cerrar la etapa de estabilización y dar inicio a un período de crecimiento sostenido.
En la primera parte del mandato de Javier Milei, el Gobierno centró su estrategia en reducir la inflación, luego de heredar, en diciembre de 2023, una economía con precios completamente distorsionados. Eliminó de cuajo el déficit fiscal y se apoyó en el ancla cambiaria para acelerar la baja de la inflación.
Esta política, sin embargo, prolongada en el tiempo, comenzó a mostrar tensiones en otros frentes económicos, como explica el economista Federico Filippini, de Adcap Grupo Financiero.
“El desafío estructural argentino puede resumirse en un trilema, en el que conviven la baja de la inflación, el crecimiento de la economía y la resolución del desbalance externo. En la primera parte del Gobierno, Milei se concentró fuertemente en bajar la inflación. Pero desde el segundo trimestre, la actividad económica se estancó, mientras el sector externo generó mucha presión y se convirtió en un foco de incertidumbre”, describió el analista.
“La pregunta que nos hacemos es cómo se va a recalibrar el programa a la luz de este problema: ¿la inflación seguirá siendo el objetivo primario o habrá espacio para flexibilizar un poco y enfocarse en el crecimiento?”, agregó Filippini.
La inquietud no es aislada en el mercado. El exsecretario de Finanzas, Miguel Kiguel también planteó la misma duda en su informe semanal, tras señalar que el sorpresivo y contundente triunfo de LLA en las elecciones modificó de raíz el escenario político y económico.
“En lo económico, las áreas críticas que requieren algún tipo de ajuste son la estrategia de acumulación de reservas, la política cambiaria y la monetaria. Lo que suceda en estas áreas dependerá de una decisión central: si el Gobierno continuará priorizando la desinflación a toda costa o si otros objetivos, como la acumulación de dólares y el crecimiento, comenzarán a ganar mayor peso”, dijo el titular de la consultora Econviews.
En teoría, si el Gobierno decide comprar reservas, eso implicaría un tipo de cambio más alto o más competitivo, lo cual podría demorar la baja de la inflación, aunque no necesariamente revertirla. Actualmente, el dólar mayorista oficial, de $1480,09, está a menos de $20 del techo de la banda cambiaria, fijado en $1497,51.
Las últimas medidas y declaraciones del equipo económico parecen anticipar una apertura hacia un cambio en el enfoque del modelo. En primer lugar, el Banco Central (BCRA) flexibilizó su normativa para las entidades financieras con el fin de reducir la volatilidad de las tasas de interés, que se habían disparado en las semanas previas a las elecciones.
Luego, su presidente, Santiago Bausili, afirmó que la autoridad monetaria tenderá a acumular reservas a medida que se recupere la demanda de dinero, es decir, cuando la economía crezca y se requieran más pesos para consumir e invertir.
El Banco Galicia destacó en su último informe mensual que el vicepresidente de la entidad, Vladimir Werning, incluso sugirió que podría adoptarse un esquema de compra de reservas “a la chilena”, en el que el Banco Central adquiere diariamente una cantidad fija de dólares en el mercado. Esta medida había sido recomendada en la última revisión del FMI.
“Un anuncio en este sentido sería muy bien recibido por el mercado y podría dar un nuevo impulso a los bonos, ubicando las tasas de interés internacionales definitivamente en un dígito”, señala el informe técnico del Banco Galicia, elaborado bajo la supervisión del economista Diego Chameides.
En este contexto, todavía hay dos interrogantes centrales en el mercado. En primer lugar, qué ocurrirá con el tipo de cambio. Si el Gobierno anuncia que comprará reservas, ¿la cotización oficial subirá o se mantendrá estable? Si bien es cierto que habría una mayor demanda de dólares por las compras públicas, al mismo tiempo disminuiría el riesgo percibido por los analistas respecto de la escasez de reservas en el Banco Central.
El segundo interrogante tiene que ver con el acceso al financiamiento internacional. Con un riesgo país en 670 puntos básicos, si el Estado busca endeudarse en el exterior debería convalidar una tasa de interés cercana al 10,7%. Para los analistas, si el Gobierno logra aumentar las reservas, podría reducir aún más el riesgo país y reabrir gradualmente el acceso a los mercados de crédito.
Tal vez estas incógnitas comiencen a despejarse con el nuevo viaje del ministro de Economía, Luis Caputo, a Nueva York esta semana, donde se reunirá con operadores financieros internacionales por primera vez después de la victoria electoral.
“Antes de las elecciones había una desazón total con la política del Gobierno entre los inversores. No tenían muchas esperanzas en los comicios tampoco. A todos les sorprendió la ayuda económica de Scott Bessent [secretario del Tesoro estadounidense], porque no entienden esa obsesión con la Argentina, un país insignificante en términos económicos y sin riesgo sistémico. Tras la elección, los inversores ven que el Gobierno tiene de nuevo una oportunidad muy grande. Hay mucho optimismo. Para el mercado internacional, no hay plan B que no sea este Gobierno”, resumió Javier Timerman, fundador de Adcap.

