Argentina fue refugio de espías nazis durante la guerra y de criminales tras ella. Documentos secretos revelan redes de fuga, encubrimientos y complicidades.
Este 8 de mayo se cumplen 80 años del fin del nazismo en Europa, pero Argentina fue un actor inesperado en el tablero global de la Segunda Guerra Mundial. Mientras el mundo celebraba la paz, aquí se tejieron rutas de fuga nazi, redes de espionaje y pactos secretos que marcaron para siempre una historia oscura y fascinante.
Espías, contrabando y nazis en Argentina
Durante la Segunda Guerra Mundial, Argentina se convirtió en un verdadero nido de espías nazis. Mientras el FBI cerraba redes en EE.UU., Buenos Aires era una pesadilla para sus agentes en el sur. Como explicó el FBI en su Historia de los Agregados Jurídicos, «Argentina era un hervidero de intrigas», donde los espías alemanes aprovechaban la tibia neutralidad del país para moverse con comodidad.
En 1940, la Oficina Federal asignó a su primer agente encubierto en Argentina, y para 1943 ya había más de 37 espías operando bajo cobertura, según documentos de la misma agencia norteamericana. Las tareas iban desde infiltrar empresas hasta frenar contrabando estratégico. Uno de los grandes triunfos de estas operaciones fue el descubrimiento de una red dirigida por Dietrich Niebuhr, agregado naval alemán, que traficaba materiales clave como mica, platino y diamantes industriales burlando el bloqueo británico.
Los agentes fueron hostigados, vigilados y hasta encarcelados. Uno de los que fueron detenidos, aunque no delató su identidad, tuvo que ser evacuado por el Río de la Plata en una lancha secreta conocida como «La marina de Crosby», en honor al jefe de la operación Francis Crosby. Así escaparon varios espías cuando, en 1944, el director del FBI J. Edgar Hoover ordenó la retirada total por temor a que sus informantes fueran descubiertos, tras varios papelones de agentes «demasiado afectos al whisky».
Documentos, favores y encubrimientos
Con el final de la guerra, Argentina pasó de ser un nido de espías a refugio de criminales de guerra. Bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, el país le abrió sus puertas a miles de nazis y colaboradores del Eje, muchos de ellos con ayuda del Vaticano, banqueros suizos y hasta servicios de inteligencia aliados que preferían verlos lejos de manos comunistas.
En 2025, el gobierno de Javier Milei desclasificó 1.850 documentos secretos que revelan con lujo de detalle cómo operaban estas redes. Hay informes de la SIDE, Gendarmería y Policía Federal entre 1950 y 1980, así como decretos confidenciales firmados entre 1957 y 2005. Los archivos, ahora públicos, fueron impulsados tras una reunión de Milei con representantes del Centro Simon Wiesenthal y el senador estadounidense Steve Daines, quienes investigan los vínculos del banco Credit Suisse con el nazismo.
Uno de los casos más resonantes es el del médico del horror, Josef Mengele, el «Ángel de la Muerte» de Auschwitz. Según los documentos, vivió primero en Arenales al 2400, en la localidad de Vicente López, y luego en Paraná al 100, en Monserrat . Usaba su nombre real y poco después adoptó la identidad de «Gregor Helmut». Se casó, adoptó a su sobrino, y en 1956 tramitó certificados de buena conducta para viajar a Chile, sin que nadie lo detuviera.
Otro personaje clave, Adolf Eichmann, arquitecto del Holocausto, vivió en Lanús bajo el alias «Ricardo Klement», hasta que fue capturado por el Mossad en 1960. Erich Priebke, otro criminal, vivió en Bariloche hasta ser extraditado por el mismísimo Carlos Menem en los ’90 tras un escándalo mediático.
Ahora, ¿por qué Argentina recibió a los nazis en primer lugar? Perón quería posicionarse en la Guerra Fría como «tercera vía» entre EE.UU. y la URSS. Y los nazis, que eran expertos en represión y anticomunismo, le venían bárbaro. Además, trajeron fortunas robadas, contactos, tecnología y una ideología que simpatizaba con sectores del poder nacional. Hoy, con los documentos digitalizados, esa parte oscura de la historia argentina empieza a salir definitivamente a la luz.