POR SERGIO M. EIBEN-Director propietario de diarioplural.com.ar
Después de atacar a la hija discapacitada del senador Luis Juez, me voy a referir al twitero de LLA Daniel Parisini (A) Gordo Dan que él mismo es un insulto al aire que respira. Un fiambre con patas que se disfraza de político, pero en realidad es un choripán vencido con corbata. Lo único que produce es lástima y olor a fracaso.
Cuando abre la boca no habla: es un vómito de mediocridad. Se cree vivo, pero no le da la cabeza ni para ser traidor profesional. Es un panqueque vencido, inflado de grasa y carencia de neuronas.
Su aporte al mundo es el mismo que el de una baldosa floja: molesta, ensucia y nunca sirve para nada. Traiciona, acomoda, vende humo por un canal de streaming… y aún así logra ser irrelevante. Una cucaracha con sobrepeso que se cree león de la política.
El Gordo Dan no es un dirigente: es un chiste de mal gusto, un insulto al tiempo de cualquiera que lo escuche. Si la política fuera un circo, él no sería ni payaso: sería el chancho al que le tiran damascos podridos por lástima.
En resumen: el Gordo Dan es grasa, mentira y vergüenza. Una máquina de dar asco y hacer papelones.
El Gordo Dan es la suma perfecta de todo lo que sobra: grasa, soberbia y olor a derrota mala. Es como un tacho de basura con micrófono: hace ruido, apesta y encima se cree importante.
Este tipo no es político, es un chorro de pus con dos patas. Cada vez que aparece, la política pierde dignidad: un insulto al ojo, al oído y al buen gusto. El Gordo Dan no construye, ni destruye: directamente empacha.
Habla como si fuera estratega, pero es más boludo que lavarropas sin enchufe. Un cerebro del tamaño de una arveja vieja flotando en litros de mayonesa. Y lo peor: se cree brillante. ¡Brillante! Como si la lamparita quemada tuviera derecho a dar consejos de iluminación.
Si la traición fuera un deporte olímpico, ni así clasificaría: demasiado torpe hasta para apuñalar. Es un traidor de pacotilla, un Judas low cost que ni el beso sabe dar.
El Gordo Dan es la resaca de la política, el vómito que queda en la vereda después de una borrachera de poder. Da asco, vergüenza y risa al mismo tiempo.
En síntesis: es un parásito inútil, una bolsa de papas llena de gusanos, el meme viviente de lo que nunca debería existir en la vida pública y política.

