Roberto Gutiérrez, haciendo de Sherlock Holmes de la política, suelta una bomba: «El proyecto de presupuesto nacional se elaboró desde cero para no ser aprobado.» Claro, lo que vendría a ser como cocinar una receta deliciosa… pero con el secreto de que nadie la va a comer. Una fuente del orreguismo, un espía con anteojos oscuros, destapó esta intrigante «intimidad». Mientras tanto, la provincia sigue adelante con su propio presupuesto, como si fuera el chef que dice: «No importa lo que pase, yo ya tengo mis ingredientes.» Siguen las proyecciones nacionales de inflación y tipo de cambio, pero sin mucha confianza en que el menú salga sabroso. Todo parece ser cuestión de administrar los recursos coparticipables, como un juego de cartas en el que, por ahora, nadie sabe si se tiene un as bajo la manga o si es solo un comodín. Y claro, la esperanza sigue viva: el famoso «despegue de la economía». Pero es como cuando te dicen que el avión va a despegar, pero estás sentado en la sala de espera viendo que el reloj avanza y el vuelo nunca sale. De todos modos, todo dependerá de que las partidas automáticas sigan llegando, como si fueran una cajita feliz de recursos nacionales.