El peronismo sanjuanino está más dividido que factura de bar en un cumpleaños de vagos solos. Desde que perdieron las elecciones, los militantes andan prendidos fuego y no precisamente por el amor al pueblo: la bronca con Uñac y Gioja es tan grande que en las reuniones partidarias ya no sirven café, porque terminan tirándolo.
“Nos llevaron a la derrota más grande de la historia y todavía tienen cara para seguir la pelea que nos hundió a todos». ¡Un poquito de dignidad, compañeros!”, gritó un dirigente de barrio mientras besaba una remera de Evita con la fuerza de Brad Pitt. Los reproches son tan variados como los peinados de Gioja: “Que la culpa fue de la Corte Suprema, que de la pandemia, que el Papa no mandó bendiciones… ¡Muchachos, hasta el destino nos quiere más que ustedes!”, ironizó un militante en Twitter.
Uñac, fiel a su estilo, sigue repitiendo que él “hizo lo que pudo”. Claro, lo que pudo… ¡como el que se olvida de pagar el gas y culpa al invierno por el frío! Gioja, en cambio, tiró una frase filosófica que no solucionó nada pero quedó linda: “La derrota es un paso hacia la victoria… aunque a nosotros nos queden como 800 kilómetros de caminata”.
Los calores no se enfrían. En los pasillos se escucha de todo: que Uñac es el “último optimista” porque cree que tiene futuro político, y que Gioja ya está a un pasito de largar un libro titulado “Cómo liderar perdiendo pero quedar simpático”. Mientras tanto, los militantes de base están más perdidos que boleta única en un escrutinio sanjuanino.
Al final, entre tanta pelea, lo único que está claro es que en este momento para el peronismo sanjuanino el enemigo está afuera, y dentro también, ¿tendrá contrato vitalicio?