El exintendente de San Martín fue a buscar lo que todo político peronista busca después de perder el poder: una promesa que suene linda en los diarios y que no valga ni el café que se tomó. Uñac, con su mejor cara de póker y la credibilidad de una oferta del CyberMonday, le dijo: “Vos sos el primer candidato a Dip. Nac.” Y Andino, ilusionado, salió de ahí como si lo hubiesen bendecido con el bastón de Perón… sin notar que afuera ya había cinco más con la misma promesa y un moño. Ahora si hay algo que no entienden los «Uñac Boys» es porque recibió como asesor a Leonardo Gioja. Sí, sobrino de José Luis y uno de los que le votaba en contra a Uñac en la Cámara pasada. ¿Unidad? ¿Reconciliación? ¿Gesto político? Nada de eso: es el típico “te pego, te abrazo, te contrato, te traiciono” que tanto gusta en el justicialismo. La militancia uñaquista quedó como el perrito que mira a su dueño besarse con el vecino: confundida, y sin saber si habrá empanadas en el próximo acto.