A pesar de los llamados de sus asesores para que se centre en los temas estratégicos de la batalla electoral, el ex presidente de Estados Unidos Donald Trump ha dejado en claro que tiene la intención de seguir llevando su campaña a su manera, con montones de comentarios improvisados, diatribas y errores que preocupan a su equipo.
La resistencia política de Trump a seguir las reglas se ha atribuido en parte a cierto olvido de los votantes sobre por qué le negaron un segundo mandato hace cuatro años. Un reproche que el magnate está haciendo todo lo posible para recordarles.
A pesar de una semana cuidadosamente planeada de eventos de campaña destinados a contraprogramar la Convención Nacional Demócrata, Trump socavó gran parte de su mensaje con sus típicos mensajes agresivos y por momentos escandalosos que amenazaron con avivar el tipo de ansiedad republicana que en el partido han pasado gran parte del último mes tratando de calmar.
El lunes en Pensilvania, luchó por aclarar un comentario anterior de que creía que la Medalla Presidencial de la Libertad, que honra a los civiles, era “mucho mejor” que la Medalla de Honor que se le da a los miembros militares.
El martes en Michigan, afirmó que la vicepresidente Kamala Harris había ganado la nominación demócrata después de un “derrocamiento violento y cruel de un presidente” y calificó a Chicago, que fue sede de la convención demócrata, como “una zona de guerra peor que Afganistán”.
Trump rechazó abiertamente el consejo de sus aliados y especialistas contratados de limitar sus ataques personales contra Harris y otros demócratas en sus discursos. Pero, por el contrario, llamó vaga a la primera vicepresidente del país durante un mensaje en Arizona el jueves. Esa misma noche, durante una llamada telefónica de 10 minutos con Fox News la señaló por divagar. Los presentadores finalmente lo interrumpieron y terminaron la entrevista, pero Trump retomó la misma estrategia llamado por Newsmax.
La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, una rival difícil para Donald Trump. Foto: BLOOMBERG El viernes, el republicano concluyó su semana abrazando a Robert F. Kennedy Jr., hijo del demócrata Robert Kennedy, a cambio de su apoyo, una medida con un impacto incierto en inclinar la carrera a su favor.
Estrategia
“Una de las formas de ganarse a los votantes indecisos no es mediante ataques personales: por naturaleza, no les gusta la política partidista, pero tampoco están entusiasmados con la dirección del país y el desempeño de la economía”, dijo Kevin Madden, un estratega republicano de larga data que trabajó en campañas presidenciales en 2004, 2008 y 2012. “Y cada vez que se habla de un candidato a la nominación, se lo vuelve cada vez más popular”.
Aun así, varias personas cercanas a Trump dijeron que estaban satisfechas con su desempeño la semana pasada. Partes de sus discursos se centraron en la política, y pudo exponer sus puntos sobre pedir recortes de impuestos, desregulación y producción nacional de combustibles fósiles que sus seguidores consideran cruciales para la victoria.
La carrera por el momento sigue empatada a nivel nacional y en los estados en disputa, según un promedio de encuestas del New York Times.
David Urban, un asesor político de Trump, dijo que el ex presidente había mostrado una mejora considerable esta semana, una señal de que estaba centrado en la nueva dinámica de la carrera.
Donald Trump habló en un acto de campaña el viernes en Glendale, Arizona. Foto: EFE“Va a ser una carrera difícil, sin duda, pero si solo habla de los grandes temas -la economía, la inflación, la inmigración y el crimen- ganamos”, dijo Urban.
Sin embargo y a pesar de los llamados a centrarse en esos temas, Trump ha dejado en claro que tiene la intención de seguir llevando su campaña con los giros que los asesores le recriminan.
“Creo que en relación con lo que están haciendo, y lo radicales que son y lo enfermos que están en muchos sentidos, creo que estoy haciendo una campaña muy tranquila”, dijo Trump a En privado, refiriéndose a sus oponentes.
El magnate inmobiliario se ha sentido más cómodo con la dinámica de la carrera. Durante el último mes, se ha enfrentado a un aluvión de críticas internas y consejos de aliados, incluido Steve Wynn, el millonario de los casinos que conoce desde hace mucho tiempo. Wynn pagó por encuestas que, según le dijo al expresidente, habían demostrado que los votantes independientes eran clave para su victoria, y que querían que se ciñera a los “grandes temas” .
Trump les ha dicho a dos personas que le cuesta evitar hacer ataques personales debido a la animosidad que siente por sus oponentes. Dijo que la hostilidad abrumadora, ya sea hacia Jeb Bush, Hillary Clinton, el presidente Joe Biden o ahora Kamala Harris, le dificultaba no disparar.
En un esfuerzo concertado por establecer un contraste con la vicepresidente Harris, Trump, que ataca regularmente a los medios tradicionales, se embarcó en una serie de entrevistas, concediendo breves sesiones individuales a CBS News, NBC News y CNN, entre otros.
No estaba claro si el esfuerzo funcionó para contener el impulso del que dotó Harris a los demócratas. Pero a mitad de su semana de eventos políticos, Trump dejó en claro su desdén por la moderación y se burló abiertamente de los asesores que lo habían instado a limitar los ataques personales contra su adversaria..
“Déjenme preguntarles sobre eso”, dijo a la multitud en el acto de Carolina del Norte. “Vamos a hacer una encuesta gratuita. Estas son las dos preguntas: ¿Debería ser personal? ¿No debería ser personal mi mensaje?”.
La multitud rugió a favor de los ataques personales. Sonrió y dijo, “Mis asesores” -hizo una pausa- “están despedidos”.
Fuente: The New York Times