Porque chorear con privilegio es más feo que decirle “Estado presente” a una caja fuerte abierta y vacia.
¡236 millones de pesos!
Eso es lo que ahora el Gobierno le reclama al inefable Amado Boudou, exvicepresidente, exministro, exrocker de bar con el dedo en el presupuesto, y actual campeón del “yo no fui” con condena firme por cohecho.
Sí, leíste bien: cohecho, esa palabra fina que en castellano básico se traduce como:
“Te pagaron para que hicieras lo que no debías hacer… y aceptaste con moño y sonrisa las coimas.”
Mientras vos hacías malabares para pagar la SUBE, el tipo cobraba su jubilación de privilegio, como si lo suyo hubiera sido una carrera heroica por la Patria, y no una competencia olímpica de tramoyas con medalla de oro en imprimir billetes con su nombre en tipografía “Ladrón Sans Serif”.
El Ministerio de Capital Humano y la ANSES ahora le reclaman que devuelva la platita.
236 millones, más intereses, más ajustes, más IVA si corresponde, más el papel higiénico que usamos para leer esta historia sin vomitar de indignación.
Porque lo de Boudou no es solo un afano:
es un cachetazo moral a millones de jubilados que cobran menos que un combo feliz sin bebida.
Él, en cambio, cobraba como si fuera Churchill reencarnado en Palermo Soho.
¿Y qué dice Amado? Nada. Silencio de monasterio fiscal. Ni un «che, me zarpé».
Ni siquiera un «vamos a ver», ni una excusa con power point. Solo el eco de su impunidad.
Pero vamos a ser justos: esto no lo hizo solo.
Tuvo cómplices, encubridores, fanáticos que todavía te dicen con cara seria:
“Eh, pero hizo cosas buenas…”
¡Sí, claro! Como mostrar que se puede ser ladrón, soberbio y tener una banda de rock sin saber tocar ni el timbre del banco que vaciás.
Lo único vitalicio acá es la desvergüenza, el cinismo con corbata, y la costumbre de que los chorros VIP se jubilen como próceres mientras el pueblo junta monedas para comprar ibuprofeno.
Señores de la ANSES:
háganle juicio, mándenle carta documento, embárquenle hasta el peine.
Y si no devuelve la plata…
devuélvannos al menos el gusto de verlo en la tapa de Clarín con cara de “la cagué”.
Argentina, el único país donde los delincuentes se jubilan…
y el pueblo es el que se cansa.