Habló José Luis Gioja y sacudió al peronismo como si hubiera pateado un hormiguero con alpargatas. Su opinión corrió como chisme de peluquería, porque guste o no, el Flaco sigue siendo uno de los que tienen la lapicera… y el corrector para tachar nombres.
Hasta sus enemigos, esos que ya tienen la torta lista para festejar su retiro, saben que si Gioja dice “no”, la lista se cae como parrillada en mesa de plástico.
La famosa “unidad” del PJ es el cuco que todos nombran, pero nadie ve. Su existencia depende de un solo milagro: que Gioja y Uñac se abracen y se den un beso en la frente. Y spoiler: se abrazan, pero con el cuchillo en la mano.
Es que aunque los dos quedaron más golpeados que Rocky después de pelear con Drago, siguen siendo los dos machos alfa del corral. Mientras tanto, los intendentes se agrandaron. Se llenaron de músculo y presupuesto, y ahora se creen los dueños del circo. Pero a la hora de la verdad, no se animan a desobedecer al dúo Gioja-Uñac. El respeto es tanto que hasta los llaman “Don” aunque sean compañeros de partido.
El uñaquismo anda con pecho inflado diciendo que controla a intendentes, diputados provinciales y hasta a los tres diputados nacionales: Allende, Aubone y Chica. ¡Una verdadera familia ensamblada!
Con ese ejército, Uñac exige poner en la cima de la lista a Cristian Andino. Andino es tan uñaquista que, si se hace un análisis de sangre, le salta alto contenido de ADN uñaquista y se le prende la luz roja del laboratorio. Gioja no lo odia, pero lo mira de reojo como diciendo: “¿Y este no era radical?”. Porque en el PJ, el pasado radical pesa más que una bolsa de cemento.
Pero el verdadero quilombo de Gioja no es Andino. Su problema es Uñac. Ahí está el amor-odio. Porque el pecado original de Andino es tener más uñaquismo encima que un bombo en acto justicialista. Igual, Andino ya tiene medio respaldo de los intendentes, que se venden al mejor postor, siempre y cuando les sigan soltando billetines para sus municipios.
La foto de Andino con Carlos Munisaga en la Fiesta del Carneo Español fue tan valiosa como ver a Superman dándole la mano a Lex Luthor. Porque Munisaga venía coqueteando fuerte con Fabián Gramajo, el intendente camaleónico que hoy está con vos y mañana, con el delivery del otro bando.
Gioja confesó que con Gramajo habla más que con Andino. Pero ojo: Gramajo no es giojista ni en sueños. Jamás lo fue ni lo será. Es un equilibrista de circo: guiña el ojo para un lado y dobla para el otro.
“Lo veo como un activo militante”, largó Gioja sobre Gramajo. ¡Ni Sherlock Holmes podía describirlo mejor! Ahora, si va o no en la lista, depende del humor del chimbero.
Andino lo quiere en el tercer puesto de la lista. ¿Para qué? Para chuparle los votos como vampiro político. Y Gramajo, ¿por qué se subiría a esa lista? Porque la banca en el Congreso es puro decorado: la verdadera obsesión de todos es la Gobernación 2027.
Acá el verdadero drama es existir. Estar en el radar. No diluirse. Porque si te olvidan, te pasan por arriba como a brote de yuyo en zanja. Gioja y Uñac ya están afuera de funciones públicas desde diciembre de 2023. Y en política, seis meses es una eternidad.
¿Será Gioja candidato? A esta altura parece menos probable que verlo bailando reggaetón en TikTok. Uñac no parece con ganas de regalarle ese lugar, y Gioja no luce desesperado por ser cabeza de lista. Aunque, con él, nunca se sabe.
Eso sí, Gioja tiró una frase que sonó a “basta, chicos”:
“Creo que hay que renovar, creo que hay que darle participación a todos los sectores.”
Traducido del giojismo: ¡déjenme tranquilo, carajo!
Renovar significa “otro, no yo”. Y en el PJ, “darle participación a todos” se traduce en lotear la lista como si fuera una pizza grande mitad muzza, mitad napolitana.
El borrador uñaquista ya está escrito: Andino primero, una mujer del giojismo segunda, Gramajo tercero. ¿Será ese el acuerdo final?
No lo sabemos. Pero esto es el peronismo, amigos: no es un partido, es una serie de Netflix. Y todavía faltan varios capítulos… ¡con finales de temporada cada vez más delirantes!

