Paola Miers apeló su procesamiento y, según ella, está siendo víctima de una “persecución psicopática”. Es decir, alguien en la vida decidió que su existencia era demasiado tranquila y pensó: “Vamos a ponerle un poco de salsa judicial a esto”.
El juez le embargó los bienes por un millón de pesos, lo que demuestra que la justicia no solo piensa en la verdad, sino también en cómo mantener viva la economía local… a costa de tus ahorros. Y mientras tanto, mensajes entre Miers y Cáceres sugieren que la memoria humana es tan confiable como un GPS con batería baja: a veces te dice “gire a la derecha”, pero terminas en un estanque lleno de lagartos metafóricos.
La pericia de geolocalización la ubicó en el domicilio de Martinazzo, contradiciendo su testimonio. Filosóficamente hablando, esto nos recuerda que el ser humano siempre busca coherencia… y siempre falla, especialmente cuando Google Maps lo delata.
En definitiva, Miers dice que esto es un “papelón jurídico” y marca un precedente peligroso: nunca subestimes la creatividad del sistema judicial… ni la tuya propia cuando dices “no estuve allí” mientras tu teléfono dice otra cosa. La lección final: en la vida, como en los tribunales, la verdad es relativa y el humor… obligatorio.

