Hace tiempo que intento definir a Milei, ese personaje que parece sacado de un videojuego mal copiado. Lo intenté por todos lados: Puede ser ¿Superman? Nah, se le caería la capa por el peso del ego. A Messi lo aman todos, Milei apenas lo tolera su perro. ¿Chucky? Con ese peinado de muñeco rebelde, puede ser. Estaba por rendirme cuando amaneció y apareció el astro Rey, el Sol, brillante, confuso entre las nubes y con un nombre justo que parece elegido para ser escrito por un teclado perfecto. ¡Eureka! Milei «Is The Sun» de la política: no lo vimos venir, pero ahora no podemos dejar de mirarlo (aunque muchos quisieran).
Para afinar la metáfora, investigué qué es el sol en realidad. Dice: “Cuerpo celeste compuesto de gases explosivos que es el centro del sistema solar”. Caliente como sus propuestas económicas y duro como su peinado en pleno vendaval. Y aquí viene lo mejor: “astro con cabellera y corona”. ¡Es él! Milei es un sol humano: brillante de lejos, pero si te acercas mucho, te quema.
Así llegó el astro a Davos, el club VIP donde los ricos juegan a salvar el mundo mientras se comen canapés de oro. Y Milei, como buen sol que es, entró incendiando todo. Su discurso fue una mezcla entre conferencia de autosuperación y catarsis de tío borracho en Navidad: “Ustedes no entienden nada, yo soy el único lúcido acá, yo soy el mesías, el Dalai Lama del mercado, el Chuck Norris del ajuste”. Los magnates lo aplaudieron, pero no porque lo entendieran: simplemente estaban confundidos y pensaron que formaba parte del show.
Mientras tanto, acá en Argentina, el Gobierno tiraba un anuncio inesperado: anunciaron la baja de retenciones al campo. ¿El Estado haciendo algo que Milei podría aprobar? Si fuera coherente, lo habría celebrado. Pero como es Milei, seguro gritó: “¡No, así no! ¡Elimínenlas todas, manga de tibios estatistas!” Porque, claro, Javier no es de medias tintas: o eliminamos todo o explotamos juntos.
¿Y qué pasó en Washington? Milei se convirtió en la estrella de la noche. Todos querían una selfie con él, desde magnates hasta meseros. Trump pasó desapercibido, Melania desapareció y Giorgia Meloni fue la verdadera primera dama, aunque parezca que la sacaron de una película de mafiosos. Si hasta los mozos le pedían autógrafos a Milei en las servilletas. El hombre no tiene freno.
Ahora, volvamos al astro Rey, nuestro Sol. Los astrónomos dicen que tiene combustible para los próximos 5.000 millones de años, y el planeta dará millones de vueltas a su alrededor. Lo que significa que, según la ciencia, solo tenemos que bancar a Milei por por solo esa cantidad de millones de años. Pero no confiemos mucho: si algo aprendimos es que el universo siempre tiene un plan B, y ese plan es Karina. Con su K de fábrica (!que asco¡), ya está lista para ocupar el trono cósmico en caso de emergencia.
¿Conclusión? Milei es como un truco de magia que salió mal: te deja confundido, aplaudís igual porque no entendiste nada, y cuando te das cuenta, ya te sacó el reloj como los magos. Por suerte, tenemos tiempo para prepararnos porque, después de él, probablemente venga el asteroide santacruceño. Si de algo podemos estar seguros es que Cristina Kirchner no es como el resto de los mortales: mientras nosotros tratamos de sumar, restar y entender las cuentas, ella las mira como quien observa un cuadro abstracto. Y cuando se trata de economía, la Reina del PJ es como un niño con un rompecabezas… sólo que las piezas no encajan, pero ella sigue insistiendo. ¿Quién no recuerda esos momentos gloriosos cuando Martín Redrado, presidente del Banco Central en la época de Néstor, tenía que llevarle las cifras en papelitos, cual recadito de escuela primaria? Como si los números fueran un idioma extraterrestre. Y claro, ¿para qué leer cuando tenes a tu alrededor a Kicillof y a otros genios en ser brutos del Instituto Patria para que te expliquen lo que significan esos pequeños garabatos llamados «estadísticas»?
Y entonces, con una mezcla de confianza y absoluto desdén por las matemáticas, Cristina se lanzaba a dar clases magistrales de economía, con las mismas bases que usa un chef cuando inventa una receta: un poco de arroz, un toque de salsa, y si algo no encaja, se adereza con un poco de relato. Total, ¿quién necesita precisión cuando puedes transformar cualquier cifra en un poema?. En definitiva, el primer hincha de esshhaa es nuestro Atro Rey, que para algo es el jefe de !ESTADO¡