En Jáchal no aterrizó una zona franca, aterrizó un capítulo entero de «Política en Llamas». Resulta que después de 31 años de dormir la siesta más larga del mundo, el gobierno provincial salió corriendo a recuperar el derecho a instalar la tan prometida Zona Franca en el norte sanjuanino, justo cuando estaba por vencer. Sí, como yogur en la heladera de un soltero.
Pero apenas lo anunciaron, el intendente Matías Espejo apareció en escena más enojado que vecino al que le afanan la señal del cable: “¡Eso es mentira!”, gritó. Que no hay gestión, que no hay plan, que es todo humo. El gobierno provincial, con una sonrisa tipo emoji pasivo-agresivo, le respondió: “¿Mentiras? ¡Tenemos más papeles que una escribanía y ya estamos buscando terreno!”
Y ahí empezó el sainete. De un lado, el gobierno diciendo que el trámite es real, que ya mandaron cartas, mails, palomas mensajeras y hasta TikToks a la Nación para rescatar el derecho a la zona franca. Del otro, el intendente gritando «faaaaaaalsooo», como si estuviera en el VAR. ¿Y los jachalleros? Mirando todo preguntándose si al menos la zona franca traerá trabajo o por lo menos unos mangos extras al bolsillo.
El plan es encontrar un terreno de al menos 40 hectáreas, con agua, luz, y pegado a una ruta nacional. No es fácil, porque no quieren que sea privado, ni tampoco una lomita donde pastan cabras. Además, tienen 140 días hábiles para definir el lugar: o sea, más tiempo que el que tiene una persona para arrepentirse de tatuarse el nombre del ex.
En resumen: mientras uno dice que hay avances, el otro dice que no hay nada. Uno muestra papeles, el otro grita “¡verso!”. Y todos nosotros en el medio, viendo una versión sanjuanina de la guerra de liberación de Jáchal, pero sin risas grabadas. Solo falta que alguien saque una guitarra y empiece a cantar: “Esta zona franca-mente me va a volver loco…”