El grito es irresistible, más allá de que todavía queda una decena de fechas. “Que este año, de Villa Luro, de Villa Luro, salió el nuevo campeón”, cantan los hinchas. Sí, sí, señores, ¿cómo no se va a ilusionar Vélez? Si venía de perder en Rosario ante Central y enfrente tenía un rival pesado desde el nombre y la historia. El desahogo es más grande, en definitiva, porque el gol asomaba como el sol detrás de la popular, pero no había brillo en el área. Hasta que armó una monumental jugada Claudio Aquino, llegó el centro exacto de Thiago Fernández, el cabezazo de Braian Romero y la explosión en cada rincón de Liniers. Ganó el mejor, claro.
Racing tuvo demasiada chatura. De traslado lento, sin sorpresa y con una increíble pasividad defensiva, al margen de las prematuras lesiones de Santiago Quirós y Marco Di Cesare. Hay demasiadas preguntas alrededor de Gustavo Costas. Si Juan Fernando Quintero y Agustín Almendra no pueden aguantar noventa minutos, ¿por qué no rota?
En definitiva, son los únicos gestores de juego que tiene en el plantel. ¿Por qué llevó al banco a Luciano Vietto y eligió terminar con los irresolutos Agustín Urzi, Maximiliano Salas y Santiago Solari? Apenas un tirito de Gastón Martirena en el segundo tiempo. Esa fue la única jugada de peligro, al margen de alguna pelota parada. Nada más.
En el primer tiempo, se había visto un fútbol sin marcas. Con transiciones rápidas y un mediocampo que pareció un peaje sin barrera. Por las bandas hubo free pass. Vélez y Racing tuvieron pocas precauciones. Y en este contexto, empujado por su gente que llegó sobre la hora y copó el Amalfitani, el líder ofreció más variantes ofensivas. Fue directo y llegó en tres toques al área de Gabriel Arias. El problema radicó, justamente, donde siempre mostró justeza. En la definición.
Vélez mostró su repertorio de siempre. Y aunque suele tener la iniciativa, es un equipo con luces para contragolpear. No necesita entretenerse con la pelota. Triangula, desborda y resuelve. Y en el arranque, cuando Racing todavía no había hecho pie, tuvo dos situaciones muy claras, pero no pudo con Arias, que tapó con solvencia.
Por afuera, especialmente con Elías Gómez proyectándose con su mejor perfil o con Thiago Fernández, haciendo daño hacia adentro, complicó a Martirena. Del otro lado, Francisco Pizzini, y a veces Joaquín García, le ganaron el mano a mano a Gabriel Rojas. Pero fallaron una y otra vez abajo del arco porque Romero no estuvo fino en el primer tiempo. Tampoco, Aquino.
A Racing le costó acomodarse. Lo hizo pasados los diez minutos, cuando comenzaron a manejar la pelota Almendra y Quintero. Sin embargo, buscó con centros, envíos largos o cambios de frente que sus dos centrodelanteros no pudieron aguantar. Los Martínez, Roger y Maravilla, no preocuparon a Tomás Marchiori y casi siempre se impusieron los zagueros locales.
La única manifestación de riesgo en el área de Marchiori fue a partir de los tiros libres ejecutados por Quintero. Tres veces remató al arco, todas muy cerca. Le faltó un poco de tiza a su pie izquierdo. Después, más allá de algún error forzado, no consiguió inquietar al fondo de Liniers.
De pique al suelo, el cabezazo de Braian Romero y el 1-0 de Vélez. Foto: Emmanuel Fernández.Cuando recuperaba, Vélez encontraba huecos a espaldas de Juan Nardoni, impreciso y descoordinado. En el retroceso, Racing sufrió. Ya no estaba Quirós, reemplazado por Nazareno Colombo a los cinco minutos, y terminó con un hombre menos porque Di Cesare, firme en cada cruce, también tuvo que abandonar el campo de juego lesionado. Costas no quiso quemar otra ventana.
En el segundo tiempo, hizo un cambio que buscó reforzar la zona media con el ingreso de Bruno Zuculini, desarmó la línea de tres y Sosa bajó a la posición de central. Se metió demasiado atrás Racing y Vélez dominó con la conducción de Aquino. Y el “22” no lo destrabó porque su tiro libre pegó en el palo. Al ratito, de un buscapié de propio volante no llegó a anticipar Emanuel Mammana en la puerta del área.
Gustavo Quinteros metió mano en el banco y mejoró el medio. Entró Jalil Elías por el descolorido Christian Ordoñez. Su tocayo Costas ya había sacado a Quintero y optó por la salida de Almendra. Entonces, se quedó sin volumen de juego, a la suerte de algún pelotazo. Ya no llegó al área de Marchiori.
Y en la última, todo fluyó. Vélez encontró el gol. Y celebró en el atardecer del barrio, como en aquellas noventosas y gloriosas épocas. Racing también vivió un revival, pero de sus peores tiempo. Muy a pesar de que está en la semifinal de la Sudamericana, aquí dejó escapar buenas chances para pelear el campeonato.
