No es un héroe del pueblo, es un admirador de Maduro con pechera sindical ya quitada por el papá.
Ese mismo Pablo Moyano que posa de Robin Hood criollo, es amigo, cómplice y admirador de la dictadura más sangrienta de Latinoamérica: la de Nicolás Maduro.
Sí, Pablo Moyano, el que dice defender a los laburantes, aplaude a un régimen que desaparece estudiantes, encarcela opositores, detiene a extranjeros como el argentino Nahuel Gallo bajo imputaciones falsas, y hambrea a su pueblo.
Ese que pide «justicia social» en la Argentina, mira para otro lado cuando en Venezuela reprimen con balas.
El que se indigna por los precios en los supermercados, jamás se indignó por los muertos en las calles de Caracas ni por el 300% de inflación anual del «peronista» Massa.
Mañana hay paro de las centrales sindicales, una medida contemplada en la Constitución Nacional Argentina, ahora en el caso de Pablito hay circo sindical, hipocresía por cosas que se calló con la dupla Alberto Fernandez-Cristina Kirchner y nostalgia autoritaria de haber sido y ya no ser. Y mi recuerdo al DECENTE Saúl Ubaldini, pese a haber sido el dirigente sindical más influyente de la Argentina durante los años ’80, los paros de la CGT a Alfonsín, murió en una situación económica de modestia absoluta. Al momento de su fallecimiento, vivía «de prestado» en un departamento de 1 ambiente perteneciente a la CGT, ubicado frente a la sede sindical , y su entierro fue pagado por sus amigos más cercanos. No poseía grandes bienes materiales. también al DECENTE José Ignacio Rucci, asesinado por montoneros, y que nunca tuvo casa propia, y alquilaba hacía años en el lugar donde lo mataron. Frente de estos líderes sindicales, con campera de camionero y corazón bolivariano, aparece él: Pablo Moyano.