Había buen ánimo entre los alumnos, porque el último miércoles en esa escuela de jornada completa de Pocito habían preparado hamburguesas para el almuerzo, una de sus comidas preferidas. Sin embargo, una de las maestras notó que una de sus alumnas, de 12 años, no tenía el mismo entusiasmo. La vio triste. Le preguntó y la niña le dijo que estaban bien, pero instantes después partió al baño acompañada por otras compañeras. Salió llorando del sanitario y otra vez esquivó la consulta de la docente sobre el motivo de su llanto: le dijo que se había caído. Pero entonces sus compañeras empezaron a mandarle mensajes en papeles a la maestra durante la clase, pidiéndole hablar con ella. Instantes después se enteró que la jovencita les había dicho que su abuelo la tocaba, que temía estar embarazada. Enseguida la citaron a una reunión ante la directora y allí contó todo: dijo que su abuelo la manoseaba y la violaba desde que tenía 8 años, que esos ataques ocurrían principalmente durante los fines de semana y que su propio padre había increpado a su abuelo un par de veces, pues en una ocasión los encontró en la cama y el último domingo volvió a encontrarla a ella desnuda junto a su abuelo, que se hizo el dormido. Ella no dijo nada, pues temía también que se cumpliera la amenaza de su abuelo de mandarla a la escuela hogar si acaso contaba algo.
‘Me harté de vivir con miedo, me harté de vivir en el infierno’, le escucharon decir ese día a esa nena, que tras la separación de sus padres (supuestamente a causa de la violencia de género sufrida por su mamá) pasó a vivir con su progenitor, alguien que -según la investigación- le prohibió ver a su madre y la golpeaba cuando las sorprendía juntas, situación que llevó a la mujer a verla a escondidas cuando la niña iba a la escuela.
Todo se supo el último miércoles y ese mismo día un equipo de la UFI ANIVI dirigidos por la fiscal, Valentina Bucciarelli y las ayudantes María Victoria Ruiz y Rocío Toledo, encararon una averiguación que pronto cuajó en un pedido para detener a ese hombre de 67 años, analfabeto, que enseguida cayó preso por orden del juez Federico Rodríguez. Este magistrado, adhirió ayer al pedido fiscal de dejarlo con prisión preventiva y lo encerró cautelarmente por 3 meses, mientras avanza y concluye la investigación, inicialmente prevista para los próximos seis meses.
El abogado defensor, Alejandro Castán, buscó desligar a su cliente y pidió su libertad o, en todo caso, prisión preventiva domiciliaria, porque es diabético e hipertenso.
Abuso sexual con acceso carnal reiterado, agravado por el vínculo y la situación de convivencia, es el delito que le imputan a ese hombre. Pero esa circunstancia podría complicarse, cuando la nena declare ante psicólogos.