WASHINGTON.- El presidente norteamericano, Donald Trump, anunció el lunes que se reunirá próximamente “en Brasil y en Estados Unidos” con su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, tras mantener una “muy buena” conversación telefónica de casi 30 minutos.
“Discutimos muchas cosas, pero principalmente nos enfocamos en la economía y el comercio”, escribió Trump en su red social Truth sobre esta primera llamada entre ambos desde que el magnate regresó a la Casa Blanca, en lo que parece ser un deshielo entre los mandatarios después de una grave crisis diplomática y comercial entre ambos países.
Por su parte, el Palacio del Planalto indicó en un comunicado que Lula urgió a su par norteamericano a eliminar los aranceles punitivos contra la principal economía latinoamericana y “las medidas restrictivas contra autoridades brasileñas”. La llamada, que mantuvo un “tono amistoso”, provino de la Casa Blanca.
Una parte importante de las exportaciones brasileñas a Estados Unidos son objeto desde el 6 de agosto de un arancel de 50%, en represalia a una supuesta “caza de brujas” contra el expresidente Jair Bolsonaro, aliado de Trump.
La conversación se acordó durante el fin de semana entre asesores de Lula y Trump, dos semanas después de que ambos mandatarios acercaran posiciones durante un encuentro en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
La presidencia brasileña coincidió en que Lula y Trump acordaron reunirse personalmente “en breve”. Lula sugirió la posibilidad de una cita al margen de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), en Malasia, este mes, y se mostró “dispuesto a viajar a Estados Unidos” para un encuentro.
Lula también reiteró su invitación al republicano a la COP30, la conferencia climática de la ONU, que se celebrará en noviembre en la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña.
“Los dos presidentes intercambiaron teléfonos para establecer una vía de comunicación directa”, indicó el comunicado de Brasilia, que subrayó que el canciller, Mauro Vieira, el ministro de Finanzas, Fernando Haddad, y el vicepresidente, Geraldo Alckmin, participaron en la llamada.
Por su parte, Trump designó al secretario de Estado de Estado, Marco Rubio, para seguir las negociaciones con esos tres integrantes del gobierno del país suramericano.
“El presidente Lula describió el contacto como una oportunidad para la restauración de las relaciones amistosas de 201 años entre las dos mayores democracias del Occidente. Recordó que Brasil es uno de los tres países del G20 con los que Estados Unidos mantiene superávit en la balanza de bienes y servicios”, dice el comunicado divulgado por el Palacio del Planalto.
El texto indica además que Lula pidió el fin de los aranceles y de las medidas restrictivas aplicadas contra autoridades brasileñas, en alusión a las visas canceladas y a la inclusión del ministro Alexandre de Moraes y de su esposa en la lista de sancionados por la Ley Magnitsky.
Según integrantes del gobierno, Moraes no fue mencionado en la conversación, pero la solicitud de Lula dejó claro que la referencia a las sanciones también incluía al ministro.
“Fue una reunión extremadamente positiva y creo que va a traer próximos pasos importantes”, declaró a periodistas el vicepresidente brasileño. Haddad destacó que la conversación también fue “positiva” desde el punto de vista económico.
Al día siguiente de su fugaz encuentro con Trump al margen de la Asamblea General de la ONU, Lula había expresado optimismo de resolver la crisis bilateral.
“Cuando nos reunamos, creo que todo se resolverá, y que Brasil y Estados Unidos volverán a vivir en armonía“, declaró entonces el mandatario brasileño en una rueda de prensa en la ONU.
Trump había vinculado la imposición de aranceles a Brasil “a sus esfuerzos sin precedentes para interferir en los derechos y libertades de nuestros ciudadanos estadounidenses y de otros, mediante censura, represión, armamento, corrupción judicial y persecución de críticos políticos en Estados Unidos”.
De acuerdo con cifras preliminares citadas por Alckmin, la suba arancelaria impacta sobre aproximadamente el 36% de las exportaciones brasileñas hacia Estados Unidos. Entre los productos alcanzados se encuentran bienes estratégicos como el café, la carne y el azúcar.
En el documento oficial, la Casa Blanca argumentó que las acciones del gobierno brasileño constituyen una “amenaza inusual y extraordinaria” para la economía, la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos.
En particular, cuestionó los procesos judiciales abiertos contra Bolsonaro, condenado por un intento de golpe de Estado tras las elecciones presidenciales de 2022. La administración Trump consideró que estos procedimientos “carecen de justificación objetiva” y los calificó como una forma de persecución política.
Las medidas restrictivas no impidieron que la corte suprema de Brasil condenara el mes pasado al expresidente brasileño a 27 años de cárcel por intento de golpe de Estado.
Agencias AFP y ANSA y diario O Globo
 
															 
															 
															 
					 
							 
															
 
			
 
		 
		 
		