Lejos de las notas admonitorias, del estilo Hic sunt dracones (“aquí hay dragones”), que los antiguos cartógrafos empleaban para señalar territorios peligrosos o inexplorados, en el sitio Sólarsteinn (Piedra Solar, en islandés) se publica una suerte de planisferio tipográfico. Un mapa sin mapa, una tierra blanca en la que la geografía se revela por nombres, luego por rutas y más tarde por etiquetas conectadas con Google Maps.
LA NACION
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