¡Qué país generoso! Pasamos de escrachar aplicaciones a promocionarlas con calcomanías en el vidrio trasero. Donde antes decía “Uber es pirata”, ahora dice “Acepto débito, crédito y reconfiguración de mi pensamiento Anti Uber»
Los taxistas, esa especie en vías de reinvención forzada, antes sacaba el bombo, cortaba calles y denunciaba que Uber venía a destruir el trabajo argentino. Hoy, los mismos muchachos que acampaban en la plaza 25, se conectan a los datos para actualizar la app de DiDi, o de Oeste-X.
Rubén, taxista histórico, confesó: “¿Qué querés que haga? Hay que comer.” Claro, maestro, y si mañana el Dani Di Lorenzo lanza una app para cortar pelo desde el asiento trasero, vas a ser el primer peluquero móvil con taxímetro.
Los tacheros dicen que la lucha sigue. Claro, sigue… en el grupo de WhatsApp donde se quejan de que Uber les saca el 30% y les da un voucher de $200 para nafta, válido solo los martes impares en una estación YPF de Formosa.
Mientras tanto, los que se resisten a usar apps miran el celular como si fuera un test de embarazo: lo agarran con miedo, lo miran fijo, y cuando suena, lo apagan.
El drama de todo esto es que ya no hay marcha atrás. ¿Donde quedó el romanticismo del banderazo, del “subite flaco que voy a Santa Lucía”, del auto que olía a pucho viejo y desodorante de ambiente “Vainilla Radiactiva” tipo del No Sé. Ahora hay que calificar al chofer, darle propina digital y agradecerle con cinco estrellas por no hablar de política durante el viaje. Tanto es así que Remis Oeste ya tiene el mismo servicio de Uber que se llama OESTE-X y hasta es más barata.
Y los usuarios, felices. Porque pagar con tarjeta, no discutir el precio y elegir la música desde la app es lo más parecido a viajar en un taxi sin tener que pelearte con tu esposa para ver donde se pasa la Navidad.
Pero no todo es alegría. No, no. La Federación de Conductores presentó un proyecto para “igualar condiciones”. Pretenden que Uber pague lo mismo que ellos. Y tienen razón. Pero, muchachos: eso no se logra en el Congreso, se logra cuando el cliente prefiere pagar más por un taxi que tarda 10 minutos y no acepta QR, en vez de uno que llega en 2, y te cobra con PayPal mientras te ofrece mentitas.
¿Querían guerra? Perdieron.
¿Querían paz? Tienen Oeste-X, Uber y Didi
¿Querían justicia? Bajate la app, Rubén, y hacé el curso de «onboarding».
Esto no es un pacto, es una rendición digital.
Y mientras más rápido la acepten, menos dolorosa será la calificación en las estrellas.