Según ella, gracias a los controles bajaron los ataques contra colectivos. O sea: ahora los bondis pasan con menos probabilidades de terminar convertidos en piñata rodante.
Los ataques a piedrazos eran tan comunes que ya los choferes saludaban a los tirapiedras como si fueran parte de la parada. “Hace más de 20 días no se registran incidentes en La Bebida”, dijo Álamo, orgullosa como si hablara de un récord Guinness. Y agregó que el problema principal eran niños tirando piedras desde los fondos de las casas. Sí, los pibes de Chimbas no juegan a la pelota: entrenan para las Olimpiadas de Lanza-Baldosa.
La policía, en modo maestra ciruela, organizó charlas de concientización con padres y chicos. Traducción: les dijeron que si quieren apedrear algo, mejor que sea un frutal, no un colectivo lleno de pasajeros.
Para frenar la lluvia de cascotes, armaron un puesto policial en Centenario y Díaz, justo donde una nena había recibido un piedrazo. Y parece que funcionó: la zona se pacificó. Aunque Álamo confesó que no servía subir policías a los colectivos porque, claro, las piedras venían de afuera. (Dato técnico que la física ya había explicado hace siglos).
La funcionaria también habló de seguridad en las escuelas y plazas. Básicamente pidió que la gente cuide los espacios públicos, porque no alcanza con poner un patrullero cada dos hamacas.
Y como broche tecnológico, Álamo sacó pecho con la incorporación de equipos israelíes para las investigaciones. Ahora en San Juan tenemos tecnología de punta para perseguir a… chicos con gomeras. “Hay cinco flagrancias por día”, cerró, como quien te cuenta que el delivery llega en promedio en 15 minutos.