Qué situación más dramática y angustiante la que se vive en la zona de El Palque. La desaparición de Salvador Daniel Olivares tras el accidente con la creciente no solo pone en jaque a las autoridades, sino que también vuelve a abrir el debate sobre las condiciones de seguridad en estos puntos críticos, especialmente para trabajadores que deben transitar por zonas de riesgo climático.
La fuerza del agua, implacable y muchas veces impredecible, dejó en evidencia la vulnerabilidad ante este tipo de fenómenos en lugares como Pachaco, donde el cruce de ríos suele ser una lotería cuando el clima no da tregua. Aunque los compañeros de Olivares lograron salvarse, el destino del hombre de 50 años aún es incierto, lo que sin duda agrava el dolor de familiares y amigos que esperan noticias.
Es destacable la coordinación entre los organismos involucrados en la búsqueda: el Grupo GERAS, Bomberos, Protección Civil y la Policía, con el respaldo del EPSE y la intervención de la UFI Delitos. Sin embargo, este hecho también pone bajo la lupa las medidas preventivas y los protocolos que deberían estar garantizados en este tipo de operativos. ¿Acaso no hay rutas alternativas más seguras para llegar a la obra del Dique El Tambolar? ¿Las empresas que trasladan personal a estas zonas garantizan la preparación y el equipo necesario para enfrentar emergencias climáticas?
Por otro lado, no se puede pasar por alto el impacto emocional que esto genera en los trabajadores que comparten estas realidades todos los días. El incidente de Salvador Olivares no es un caso aislado, sino un llamado de atención urgente para reforzar la planificación y seguridad en terrenos donde la naturaleza no perdona.
 
															 
															 
															 
					 
							 
															
 
			
 
		 
		 
		