La UCR no deja de sumar internas y la foto de los 13 diputados en Casa Rosada con Javier Milei -en la que hubo ausencias notorias y críticas públicas- terminó de escenificar la situación. Sin una estrategia común, el partido centenario no encuentra la forma de amortiguar un golpe inevitable: la pérdida de bancas en el Congreso el año que viene.
«La UCR se volvió un sálvese quien pueda», describe un conocedor del espacio. En octubre la bancada se partió en dos en Diputados. De los 20 que conduce Rodrigo De Loredo -más cercanos al gobierno y que sostienen a los «radicales peluca»- ponen en juego sus bancas 14. Mientras que dentro de los 12 «rebeldes» -alineados con Facundo Manes y Martín Lousteau- que pegaron el portazo hay 9 a quienes se les vence el mandato.
En el Senado son 4 sobre 13: el chaqueño Víctor Zimmermann, el fueguino Pablo Blanco, el porteño Martín Lousteau y la entrerriana Stella Maris Olalla. De esas provincias, el radicalismo solo gobierna Chaco. En Entre Ríos son aliados de Rogelio Frigerio, del PRO, que está coqueteando con los libertarios.
A muy grandes rasgos hay al menos tres sectores en pugna. Los «peluca», oficialistas declarados referenciados en Mariano Campero; los que apuestan a una alianza electoral con el oficialismo en sus provincias pero por ahora miden fuerzas y esperan el momento indicado aglutinados en el bloque de De Loredo; y los que se manifiestan claramente opositores con Manes y Lousteau.
Este último grupo salió con los tapones de punta contra sus ex compañeros de bancada al conocerse la foto en la Rosada. «Déjense de joder tienen más fotos en Casa Rosada que los granaderos. No confundan a la sociedad, la de hoy no fue una foto institucional, es la foto de quienes quieren permanecer en la política a cualquier costo«, lanzó Pablo Juliano, que preside el bloque de Democracia para Siempre. Y por si no quedaba claro, remató: «Arrastrados como gusanos en busca de una salida a sus candidaturas«.
En la misma línea el ex juez formoseño y también diputado Fernando Carbajal apuntó: «Nadie se hace oficialista gratis«.
Pero las diferencias también son transversales. Dentro de los 20 legisladores del bloque «oficial», fueron 13 a la Rosada. Además de los seis «pelucas», contando al catamarqueño Francisco Monti; estuvieron los de Córdoba -donde Milei mide muy bien- los mendocinos de Alfredo Cornejo, que ya hizo guiños públicos a una alianza con los libertarios; la santacruceña Roxana Reyes; y el entrerriano Atilio Benedetti.
Entre los ausentes hubo temas logísticos, pero los dos bonaerenses Karina Banfi y Fabio Quetglas, al igual que el porteño Martín Tetaz, decidieron desmarcarse y no ir. Se trata de dos distritos clave para los sectores del ex Juntos por el Cambio y todavía el panorama está abierto. Además, Tetaz viene de pelearse con el oficialismo por el fracaso de la ley de democracia sindical que impulsaba y que el Gobierno frustró para cuidar su vínculo con la CGT. Por su parte, Banfi no consiguió respuestas del Ejecutivo por el DNU de Acceso a la Información y era una de las impulsoras de Ficha Limpia, tema que LLA también buscó dilatar.
Por si fuera poco, la UCR bonaerense viene de una disputa judicial tras la elección de autoridades partidarias. El sector de Maximiliano Abad quedó enfrentado al de Evolución de Lousteau.
En la previa a la reunión, los «peluca» plantearon tomar la iniciativa y proponerle al oficialismo conformar un interbloque en Diputados. El resto de sus compañeros salieron a cruzarlos y plantearles que ni se les ocurra esbozar eso en la reunión con Milei.
Incuso tuvieron que salir a aclarar que la reunión era «institucional» y lo habían convocado a De Loredo como presidente porque ellos ya habían hecho declaraciones en sentido contrario: que los invitaron a ellos y los demás se sumaron.
Más allá de la expulsión de los tres legisladores que cambiaron su voto para blindar los DNU de Milei, el Partido no tiene una estrategia electoral nacional y desconfía de las alianzas en ciernes que varios correligionarios intentan con LLA. De hecho, creen que al igual que el gobierno hizo con el PRO, los libertarios no pactan con los partidos, sino que seducen y se «roban» a las figuras.
«Habrá que ver si les dan lugares a los radicales como espacio o a algunos que se pasen de partido hacia la LLA«, señala una fuente radical.