San Juan, 1° de agosto. Todo listo para el show de Lali Espósito en el Cantoni: luces, escenario, glitter, fans al borde del colapso hormonal y padres rezando por su salud mental. Pero a las 20:15… ¡pum! Suena el teléfono del 911 y entra la amenaza más noventosa de los últimos años: «Hemos puesto un artefacto explosivo… no queremos que esa negra p… kirchnerista actúe».
Sí. Año 2025 y todavía hay gente que cree que con un llamado anónimo va a frenar a una estrella del pop kirchnerista. Un atentado contra la democracia, el pop, el playback y los brillos. Inmediatamente, se activa el protocolo policial: no evacuación o a medias, perros entrenados, bomberos, brigada, FBI, y seguro algún caniche con chaleco amarillo que pasaba por ahí.
Mientras tanto, Lali en camarines se preparaba para el show como si nada, probablemente al grito de “Disciplina, carajo”, mientras la policía olfateaba todo menos talento.
Cinco días después, el misterio se resolvió con la misma elegancia con la que se desinfla un globo de cumpleaños. En La Bebida, departamento Rivadavia, cae Juan Carlos Salem, 74 años, ex especialista en nada, actual jubilado con tiempo libre y pocas neuronas activas. Confesó haber hecho la llamada y de paso destruyó el celular como si fuera una escena de “Misión Imposible”. Lo único explosivo que encontraron fue una pistola calibre .22 y una colección de frases de cantina tipo: “A estos que sacan fotos hacelos cagar”, lanzada a la prensa mientras hacía gestos obscenos como si estuviera en «Gran Hermano: la tercera edad».
El chip tenía prefijo porteño pero se activó en Marquesado. El abuelo quiso hacerse el hacker con tutoriales del 2006, pero la policía lo rastreó con la misma facilidad con la que los nietos lo ubican cuando se pierde en el súper.
Ahora está alojado en la comisaría, en pausa, esperando ver si su “acto revolucionario” lo lleva a una celda o a algún geriátrico sin teléfono. El caso está en manos de los fiscales Achem y Mattar, que probablemente todavía estén tratando de entender cómo alguien puede ser tan pelotudo atómicamente hablando.
El show de la reina del pop kirchnerista Lali Espósito se hizo igual, sin incidentes, con aplausos, gritos, lágrimas y más poder escénico que todos los shows de Cristina Kirchner en el balcón. ¿Moraleja de la historia?: Si te molesta Lali Espósito y su kirchnerismo explicito, tratate. Y si tenés 74 años y tiempo libre, no llames al 91, pegate un tiro en las bolas y andate a dormir.