Quienes lo defendían, ahora lo insultan. En un peronismo que parece reunión de consorcio sin presidente, sin quorum y con olor a café recalentado, nadie está por encima de Cristina Kirchner. Ni Axel, ni Wado, ni el holograma de Máximo. Solo Ella. Y si no te gusta, te podés ir al PRO, que está igual o peor.
El PRO, que inventó la ley de Ficha Limpia para decir “mirá qué republicanos que somos”, quedó con la ficha manchada y la cara de Macri cuando pierde en el bridge. Apostaron a Cristina como enemiga eterna, y en 2019 los barrió con una fórmula que tenía a Alberto Fernández de adorno (como ahora, pero en ese entonces era oficial).
La Libertad Avanza, por su parte, quiere que Cristina juegue siempre. Es su comodín, su Voldemort, su garantía de segunda vuelta y griterío generalizado. La polarización los alimenta. Si no existiera Cristina, Milei tendría que inventarla en el laboratorio de clonación libertaria que tienen en la cocina de Olivos.
Y ahí entran los misioneros, que cambiaron de voto más rápido que un influencer arrepentido. Dicen que Santiago Caputo operó en silencio, como buen villano de telenovela: sin decir palabra, con mirada siniestra y un CBU abierto en dirección al litoral.
Macri y Milei se acusaron mutuamente en público como dos vedettes del Bailando. Lo único que faltó fue que lo hicieran con un tema de cumbia de fondo. La política argentina, si no fuera tragicómica, sería material de estudio para psiquiatras suizos.
Uñac, atacado hasta en los programas de chimentos, tuvo que salir a explicar en redes sociales por qué celebró como si hubiera esquivado la AFIP-ARCA. Dijo que estaba en contra de judicializar la política.
La verdad es que Uñac sabe jugar el juego. Como buen alumno de Gioja, se sacó el sombrero ante Cristina cuando hizo falta. Y ahora, mientras todos se preguntan si la senadora que metió en la boleta sabe algo más que repetir el guion de La Cámpora, él ya acomodó las fichas para que su foto esté en el álbum de los buenos. De los que dicen “sí, acá estoy”.
Porque en el fondo, el peronismo desde sus orígenes fue eso: un partido donde la única herejía es dudar de la conducción, en este caso de Cristina Kirchner. No importa si en San Juan tenés ganas de seguir a Axel, o si tu corazón late por Pichetto (bueno, eso ya es fetiche). Si sos peronista, Cristina Kirchner es la estampita que no se discute.
La Ley de Ficha Limpia, para el cristinismo duro, siempre fue lo mismo: una trampa de los malos, una emboscada con persecución incluida, un intento de hacer que la gente decente no pueda ser candidata. Y por gente decente entienden a los que tienen más causas judiciales que stickers en el termo.
El voto de Uñac estaba cantado. El festejo, también. Y si alguno se rasga las vestiduras, y lo putea a mansalva, que primero revise los antecedentes y las fotos que tienen con él.
Manda Cristina Kirchner. El resto, aplaude o se queda sin postre.