Leandro Santoro perdió una elección y, en vez de agradecerle a la gente por haberlo mandado a la casa sin intermediarios, decidió subirse a la banqueta de mármol y largarse un monólogo dramático que ni Darín en “El Hijo de la Novia”.
Dijo, con voz temblorosa y tono de cardenal progre en ayuno místico:
—“Si la crueldad se puso de moda, no cuenten con nosotros.”
¡Tremendo! ¿Te das cuenta? El tipo no perdió: fue crucificado por una sociedad cruel, perversa, adicta al látigo!
Una sociedad que, según él, lo rechazó por ser bueno, por ser sensible, por defender el calorcito humano de la corrupción con rostro humano.
A ver, Santoro, ¿crueldad? ¿Crueldad es que ya no te aplaudan el acting de “moderado” mientras te sacás selfies con Zannini y almorzás con tipos que hicieron del Estado un buffet libre?
¿Crueldad es que no te crean más cuando venís con el cuentito de “nosotros somos los buenos” mientras tus compañeros de causa se afanan la comida de los comedores?
Mirá, no jodamos. Lo que pasó no fue crueldad, Leandro. Fue justicia poética. Fue que la gente se hartó de que le vendan caramelos con sabor a mierda en nombre del “Estado Presente”.
Porque si vamos a hablar de crueldad, pongamos las cartas sobre la mesa:
Cruel es La Matanza después de 40 años de kirchnerismo.
Cruel es el pibe que va a la escuela con hambre y no sabe leer porque ustedes se dedicaron más a adoctrinarlo que a enseñarle.
Cruel es la señora que tiene que caminar en el barro con las patas congeladas para ir al centro de salud donde no hay médicos pero sí panfletos del Movimiento Evita.
Cruel es cagarte en la dignidad de la gente para mantenerla rehén de una bolsita con mercadería y un plan que ni siquiera manejás vos, sino el puntero amigo del concejal amigo del intendente que le debe el favor al que maneja los camiones.
¡Eso es crueldad, Santoro! No lo que votó la gente.
La crueldad ya estaba. Lo que hubo fue un acto de supervivencia ciudadana.
Pero claro, ahora ustedes se hacen los pichichus lastimados.
Porque cuando ganan es “la voluntad popular”, pero cuando pierden es que “el pueblo está confundido, embrutecido, manipulado, seducido por el discurso del odio”.
¡No, maestro! El pueblo no está confundido. Lo que está es podrido. De vos, de tu careta, y de tus jefes que ya no pueden salir a la calle sin un abogado en la mochila.
Además, ¿de qué crueldad me hablás si lo que votó la gente fue que se termine el choreo, el clientelismo, los ñoquis de cuarta generación, los contratos dibujados en ONGs con domicilio en un baldío?
Vos decís que la sociedad “eligió la crueldad”.
Yo digo que la sociedad eligió desinfectarse el alma de ustedes, que es distinto.
Y ojo, que lo peor no es que lo digas. Lo peor es que lo digas con esa cara de cura progre que acaba de volver del retiro espiritual en Chapadmalal, después de meditar con una vela de soja y leer a Laclau en versión de autoayuda.
La frase “no cuenten con nosotros” es la mejor noticia del mes.
¿Sabés lo que sería verdaderamente cruel? ¡Que sigamos contando con ustedes!
Porque el kirchnerismo es eso: un delivery de simuladores que se hacen los buenos mientras vacían el freezer de los pobres, se compran casas en Uruguay y reparten zapatillas que salen más caras que una prepaga.
Y vos, Santoro, sos la última versión boutique del verso populista, el packaging renovado de la estafa emocional.
El kirchnerismo necesita una cara amable para volver: ya quemaron a Boudou, a De Vido, a Cristina, a Aníbal, a D’Elía, a Hebe… y ahora van por los “tiernos”.
En 2019 fue Alberto. En 2025 sos vos.
No sos una alternativa, sos el decorado nuevo de la misma estafa.
¿Querés hablar de crueldad?
Cruel es agarrar uno de los mejores momentos económicos del mundo, como el que tuvo el kirchnerismo entre 2003 y 2011, y convertirlo en una oportunidad de choreo masivo, dejando hospitales sin gasas y escuelas sin techos.
Cruel es usar el INDEC como máquina de mentir mientras los abuelos revuelven tachos.
Cruel es dejar un país tan fundido que ahora cualquier intento de ordenar la cosa parece sadismo fiscal.
¿Y sabés qué es más cruel todavía? Que encima, después de eso, tengas el tupé de salir a decir que la gente que te dio la espalda es mala.
¡Ustedes arrasaron con el país, y ahora le echan la culpa a los que no les renovaron el alquiler del poder!
Querido Leandro: si no querés contar con nosotros porque no te bancamos el cuento del progresismo sensible que se hace el boludo mientras otros hacen caja, entonces sabé que tampoco nosotros queremos contar con vos.
Ni con tus jefes. Ni con tus frases de galletita de la suerte. Ni con tu indignación falsa que huele a marketing político con lágrimas de utilería.
Así que sí, Santoro: se puso de moda la crueldad. Pero solo con los mentirosos. Solo con los que vivieron del verso. Solo con los que arruinaron millones de vidas mientras se hacían los Che Guevara con chofer.
Y si eso te parece cruel, entonces andá practicando el retiro espiritual. Porque la gente, por suerte, ya no compra más espejitos de colores. Y menos si vienen en combo con una careta de cordero… que huele a lobo viejo y vencido.
