¡Atención, lectores con alma de chapista clandestino! La Policía de San Juan no se cansa de cazar fierros flojos y encontró cuatro joyitas del submundo automotor. Dos motos que no sabían ni cómo se llamaban, y dos autos con identidad más cambiada que ex en terapia.
PRIMER ACTO: La Maverick Fantasma
En La Bebida, Rivadavia, la policía interceptó una moto Maverick, modelo MA110-2. Gris como el futuro de quien la manejaba, venía con numeración de motor y chasis “intervenida”. ¿Qué significa eso? Que tenía más retoques que el currículum de un político en Linkedin. Ah, y no tenía ni un mísero papel. Ni boleto, ni factura, ni carta de amor. Nada. Legal como una empanada de iguana.
SEGUNDO ACTO: La KTM Mutante
A unas cuadras, en el Barrio Nuevo Cuyo, cayó otra moto, una KTM 200 cilindradas que parecía más bien un Frankenstein mecánico. El motor y el cuadro eran de otra cosa. Probablemente de un lavarropas. Y la documentación… un poema. Inventada como excusa de alumno que no hizo la tarea. El que la armó tenía futuro como guionista de ciencia ficción.
TERCER ACTO: El Corsa Relámpago
En Rawson, un alma viva creyó que podía afanarse un Chevrolet Corsa 2 como quien se roba un alfajor del kiosco. Lo denuncian al 911 a las 17, y a las 23 ya lo habían recuperado. Duró libre menos que un ministro de Economía. Fue directo a la UFI de Delitos contra la Propiedad, donde probablemente lo miren y le pregunten: “¿Quién te manda, nene?”
CUARTO ACTO: El Focus del Crimen Federal
En Capital, los efectivos se toparon con un Ford Focus blanco, muy bonito… salvo que las chapas patentes eran más truchas que título de licenciado en la tele. Cuando revisaron el motor y el chasis, el auto gritó “¡Soy de Córdoba y me están buscando desde hace meses!”. Lo estaban esperando en otra provincia. Internacional, casi. Como si El Chapo manejara un auto con doble identidad.
MORALEJA FINAL:
La Policía sanjuanina está con el radar super bien afilado. Aunque San Juan parece ser un depósito nacional de lo ajeno, si tu auto tiene más parches que el short de tu tío y transpira pidiendo auxilio con la mirada cuando hay un control policial … andá pensando en venderlo como chatarra. Acá se acabó la fiesta de los truchos, al menos por esta semana.