No es una película, pero se le parece bastante. Los hinchas viven este momento de San Lorenzo como si fueran los protagonistas de “Intensamente”. Hay ansiedad, vergüenza y furia manifestadas en los insultos para los jugadores, los dirigentes y un árbitro ratifica los temores que se habían generado desde su designación. Y también se expresa todo ese combo en las banderas, todas colgadas al revés, una clara señal de protesta.
En este contexto, vuelve al Nuevo Gasómetro un viejo conocido, Miguel Ángel Russo. Y por si no fuera lo suficientemente taquillero, el film cuenta con otros personajes que hasta producen algo de morbo. En el banco de Barracas Central está Ruben Darío Insua, que se gana la ovación.
Entonces, llega la alegría y toma relieve de primera figura en la noche del Bajo Flores. Encuentra el gol en el inicio del segundo tiempo y el final es feliz. Por fin, San Lorenzo corta la amargura, justo en una semana convulsionada en la que renunció Leandro Romagnoli y el plantel recibió una apretada de la barra brava en la Ciudad Deportiva.
El partido se jugó en las tribunas, dicho está. Y adentro de la cancha, se brindó muy poco. Especialmente en el primer tiempo. Fueron cuarenta y cinco minutos cortados, con una decena de faltas y dos polémicas que dejaron a Luis Lobo Medina en el centro de la escena.
Hubo una jugada muy discutida, un toque abajo de Dardo Miloc sobre Iker Muniain en la disputa de la pelota. Dio la sensación de que el volante visitante volteó al vasco en su afán por rechazar la pelota. Para el árbitro tucumano no hubo infracción y el VAR convalidó su decisión. En el final del primer tiempo, Rodrigo Herrera bajó a Elián Irala de atrás. Pareció juego brusco grave, pero Lobo Medina dejó seguir la contra y en el desenlace de la acción, solo amonestó al mediocampista de Barracas Central.
Los hinchas ya estaban enojados con sus jugadores y cargaron las tintas contra el referí. Lo cierto es que sobre el verde césped no recibieron una señal positiva. Al menos en esa primera etapa, el equipo de Russo ponderó la tenencia y acumuló pases, pero fue inofensivo. A tal punto que apenas intentó una vez, sin puntería. Sí, no le pateó al arco defendido por Rafael Ferrario.
Hubo un error del veterano entrenador en el punto de partida, algo que también se observó en el debut de Muniain ante Sarmiento, cuando todavía generaba esperanza Leandro Romagnoli. El español partió de interno por la izquierda en un 4-2-3-1 en el que los volantes centrales fueron Irala y Eric Remedi. Cuando se soltó y centralizó su juego, San Lorenzo tuvo una mejor conexión.
El más punzante fue Ezequiel Cerutti, casi guapeando, tirado a la derecha, compartiendo la zona de influencia con Fabricio López, quien escaló en cuentagotas, pero cuando lo hizo fue punzante. Del otro lado, desbordó muy poco Elías Báez. San Lorenzo manejaba la pelota, pero no profundizaba y Alexis Cuello no lograba entrar en juego.
Barracas Central llegó con el habitual plan de Insua. Una línea de cinco con tres centrales y dos laterales volantes, Lucas Brochero por la derecha y su hijo por la izquierda. Pasaron poco, pero cuando se desprendieron dejaron claro que podía encontrar una ganancia. En la pelota parada inquietaron a Gastón Gómez, pero no hubo una situación muy clara. Apenas un remate de media distancia de Javier Ruiz, a la salida de un córner, que se perdió desviada.
El empate fue lógico desde lo que ofrecieron unos y otros en esa primera mitad. También, la bronca de la gente, que en todo momento les recordó a los jugadores su disconformismo. Había que cambiar para la segunda parte, claro.
Necesitaba hacerse eje del juego Muniain. También, debía despertarse Cuello. Y en el amanecer del complemento, el delantero que casi nada había hecho en los primeros cuarenta y cinco minutos apareció en todo su esplendor. En sus pies alumbró la jugada y en su cabeza nació el gol de San Lorenzo.
Cuello jugó para Bustos y fue al área a buscar, el ex atacante de Talleres abrió para Cerutti y el centro del Pocho encontró una floja salida de Ferrario y un cabezazo inapelable. Por fin, los hinchas se desataron y gritaron con locura.
Foto Maxi Failla – CLARINInsua ya había hecho dos modificaciones. Maxi Zalazar y Jhonatan Candia por Ruiz e Iván Tapia. El Gallego intentó darle un mayor volumen al ataque. Y ya en desventaja, sumó a Siro Rosané y Alexis Domínguez, un volante con juego y otro centrodelantero. Sin embargo, le costó hacerse de la pelota y San Lorenzo empezó a fluir a partir de los pies del vasco, que contagió a Remedi, fundamentalmente.
Hubo otra polémica, claro. Lobo Medina otra vez le perdonó la vida a Herrera, que ya estaba amonestado y le marcó los tapones a Muniain. No hubo tarjeta. Tampoco sacó la roja en el último suspiro, cuando Candia le tiró una patada de atrás a Cuello.
Barracas Central nunca logró pisar el área de Gómez. Y San Lorenzo, con los cambios, estuvo cerca del segundo. No tanto por su claridad sino por el empuje. Y terminó festejando. Justo en el regreso de Russo, que llegó con tres puntos bajo el brazo y algo de paz.
