ROMA.- El cardenal argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández, que conoce bien al papa Francisco, así como uno de sus médicos de cabecera, Sergio Alfieri, habían advertido que en esta nueva etapa, posterior a una internación de 38 días que lo puso dos veces al borde de la muerte, el Papa iba a dar sorpresas. Y tenían razón.
Después de haber reaparecido inesperadamente el domingo en público al final de la misa por el Jubileo de los enfermos, de haber recibido privadamente ayer a los reyes Carlos III y Camilla -pese a que se había anulado la audiencia oficial-, este jueves el papa Francisco volvió a sorprender a al aparecer en la Basílica de San Pedro, vestido no de Papa, sino de civil: con sus habituales pantalones negros, camiseta blanca, un poncho o manta a rayas, sin solideo y con sus cánulas nasales puestas, según imágenes que comenzaron a circular en las redes sociales. Aunque se encuentra convaleciente, no es común ver al Papa sin su hábito talar blanco -bajo el cual, desde que fue electo, siempre usa un pantalón negro-; durante viajes largos en avión, de todos modos, Francisco suele quitarse la sotana blanca para estar más cómodo, lo mismo que hace estando en su casa de Santa Marta. Pero nunca en público, lo que causó gran sorpresa entre los vaticanistas, que al principio pensaron que se trataba de imágenes falsas.
Fue la agencia italiana ANSA la primera en dar la noticia de esta segunda e imprevista salida de Francisco de su encierro o “clausura” por convalecencia en su casa de Santa Marta.
En las imágenes, que aparecieron en redes sociales más tarde, se lo ve al papa Francisco, de 88 años -y en proceso de convalecencia en Santa Marta desde el 23 de marzo, cuando fue dado de alta del hospital Gemelli-, acompañado por sus enfermeros, Massimiliano Strappetti (que empuja la silla de ruedas) y Andrea Rinaldi, ambos de corbata y sin saco, junto a un gendarme. El Papa, con sus cánulas nasales puestas y con un poncho o manta a rayas blancas y negras, aparece frágil aunque sonriente. Y gesticulando con la mano, invita a un niño a acercarse para saludarlo. “¿Cómo te llamas?”, le dice en italiano, con voz clara, algo que indica que tuvo mejoras en este sentido gracias a los ejercicios de rehabilitación y fisioterapia que está haciendo a diario.
La fecha de la grabación del video fue verificada por Reuters por sus metadatos y confirmada por la persona que la compartió. “Estábamos visitando la Basílica de San Pedro y vimos a unos guardias que pasaban y abrían paso, así que fuimos a ver qué era, y era el papa”, dijo Luiz Gil, quien grabó el video. “Poca gente se dio cuenta, fue muy rápido, pero se paró a hablar con una familia con un bebé”.
Vatican News, el portal del Vaticano, aunque no publicó imágenes, confirmó la noticia de la improvisada salida de Francisco a la Basílica de San Pedro. Esta tuvo lugar cerca de los 13 locales, cuando por lo general la Iglesia, una de las más grandes del mundo y meta de fieles y turistas, se encuentra repleta. “¡El Papa está aquí! ¡El Papa está aquí!”, gritaron entonces algunas mujeres, maravilladas al ver de repente aparecer a Francisco en su silla de ruedas.
Según el portal del Vaticano, la salida del Papa fue breve: duró menos de diez minutos y fue para rezar ante la tumba de san Pío X (1903-1914), “un Pontífice al que siempre se dijo muy cercano”; también se detuvo en el monumento dedicado a Benedicto XV, el papa de la primera Guerra Mundial, y visitó las tumbas restauradas de Pablo III y Urbano VIII.
También había durado menos de diez minutos la salida que hizo el domingo pasado poco antes del mediodía a la Plaza de San Pedro, para hacerse presente, como un enfermo más, en el final de la misa por el Jubileo dedicado a los enfermos y al personal del mundo de la salud.
La noticia de la presencia del Papa en la Basílica enseguida corrió como un reguero de pólvora. Y unas cien personas intentaron acercarse para saludarlo. Entre ellos, también algunos restauradores que están trabajando en el templo, niños y grupos de fieles que peregrinaron para el Jubileo.
“Demasiada emoción, mi visión se nubló por las lágrimas y ni siquiera pude tomar una foto”, dijo a los medios del Vaticano Monseñor Valerio Di Palma, canónigo de San Pedro. Este prelado había regresado a la sacristía cerca de las 12.50 y diez minutos después salió al escuchar el alboroto. Fue entonces que vio la silla de ruedas con el Papa, que cruzó la Puerta de la Oración, luego se dirigió al Altar de la Cátedra y, finalmente, a la tumba de San Pío X para rezar. Al final, saludó a algunas personas, según le fue posible, explicó monseñor Di Palma.
“Francisco se presentó a la gente con una manta en las piernas para protegerse del frío y cánulas nasales para el oxígeno”, confirmó Vatican News. “Nos conmovió verlo así, de civil, sencillo. Todos lloraban, incluso los guardias de seguridad”, dijo una persona presente no identificada.
Pocos días antes de que el Papa fuera dado de alta, el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y una de las personas más cercanas a Francisco, había adelantado que se podían esperar sorpresas después de su experiencia más que dura en el hospital, donde combatió contra una neumonía bilateral y dos veces estuvo al borde de la muerte.
“Pienso que ahora inicia un nuevo Papa, una nueva etapa de pontificado y él es un hombre de sorpresas y seguramente habrá aprendido muchas cosas en este mes y de la galera saldrán afuera quién sabe qué cosas”, indicó Fernández, en diálogo con periodistas.
Como en las primeras dos semanas de convalecencia en Santa Marta el Papa había estado encerrado, sin recibir visitar y, al parecer, cumpliendo a rajatabla la orden de los médicos de cuidarse y evitar el contacto con grupos, la salida de este jueves confirmó el comienzo de una etapa distinta, menos blindada y más laxa. Más allá de esto, causó cierto estupor y confusión el hecho de que saliera aparentemente desabrigado cuando aún tiene una infección pulmonar y, sobre todo, sin estar vestido de Papa. Algo que indica que, probablemente, la decisión de hacer una escapada a la Basílica fue tomada a último momento y en forma más que espontánea. Los sectores opositores al papa Francisco aprovecharán del asunto para tirarle munición gruesa.