Las primeras hipótesis indicaban que la conductora iba bajo los efectos del alcohol, aunque la familia aclaró: “No, no fue el champagne, fue la goma que explotó”. Sea como sea, el auto hizo un truco acrobático y terminó estacionado en la banquina, pero de una manera poco ortodoxa. Por suerte, la protagonista salió ilesa, con más susto que golpes, y fue trasladada al hospital “por las dudas”. Mientras tanto, el Peugeot quedó secuestrado. No por la policía, sino porque claramente necesitaba unas vacaciones en el taller.
RAPIDA Y FURIOSA EN LA RUTA 40.
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