Gustavo Costas salta, abre los brazos, no da más. Hasta que llega el pitazo final en el Nuevo Gasómetro y sale disparado a abrazar a sus jugadores. Su plan le salió a la perfección. Con el cuerpo acá, pero el alma ya en Paraguay, donde este sábado va a jugar la final de la Copa Sudamericana contra Cruzeiro, puso un mix y entre titulares y suplentes y se llevó un agónico 2 a 1 que lo deja momentáneamente a tres puntos del líder Vélez. Un mal rechazo de Chila Gómez le dejó servido el triunfo en la cabeza de Facundo Mura. El Ciclón de Miguel cortó una racha de tres sin perder y se fui silbado.
Algún relámpago perdido entre los nubarrones de una tarde que, entre gris y ventosa, tenía más tintes otoñales que primaverales, le daba el marco ideal a un partido diseñado para velocistas. Sin los pensantes presentes de un lado y del otro, los rayos de San Lorenzo y de Racing tomaron el protagonismo.
En el Ciclón, Iker Muniain esta vez estuvo en el banco luego de reponerse una la molestia muscular. En La Academia, Costas se guardó a Agustín Almendra y Juanfer Quintero, sus piernas más hábiles del medio, para Asunción. Entonces, la cuestión en el Bajo Flores anduvo por los costados. Las corridas de Ezequiel Cerutti y de Iván Leguizamón del lado azulgrana y las de Johan Carbonero del lado blanquiceleste.
Los marcadores de punta sufrieron. Gonzalo Luján imploraba al cielo cada vez que lo encaraba Carbonero. La espalda de Mura era una barrera abierta para los desbordes del Pocho Cerutti, que mandó un par de centros en forma de flechazos a los que le faltó encontrar alguna cabeza con puntería. También Legui tuvo su oportunidad por la la izquierda. El ritmo lo imponían los rapiditos. Se hizo de ida y vuelta, sin juego en el círculo central, pero con intensidad de clásico.
Sobre todo porque, además, las dos defensas no entregaban ningún tipo de garantía. El Santiago Sosa de Racing se desdoblaba entre la función de líbero y la de volante central. Así como se metía entre Marco Di Césare y Santiago Quirós, por momentos se metía entre Bruno Zuculini y Martín Barrios. Pero el problema estaba por las bandas, en los espacios detrás de los carrileros, ocupados por Cerutti y Leguizamón.
Los de Boedo no podían escupir hacia arriba porque en cada avance de la visita se generaba un tembladeral en el área de Gastón Gómez, que debió salvar las papas en una jugada clave que empezó por la derecha y que, por la falta de reacción de Luján, casi termina en gol de Carbonero, el más incisivo de los delanteros de Racing.
Estaba para cualquiera y San Lorenzo fue quien cantó bingo primero. Claro, supo aprovechar una de las descompensaciones defensivas que ocurrían en un partido sin elaboración, pero con mucha acción. Sosa acusó una falta de Nahuel Bustos en la mitad de la cancha, pero el árbitro Yael Falcón Pérez dijo “siga, siga” y le dio continuidad al contraataque azul y rojo, que siguió con Alexis Cuello. El delantero local dejó en el camino a Di Césare y encaró solito ante la salida de Gabriel Arias. Nada pudo hacer el arquero porque Cuello definió bien, con tiempo y espacio, por arriba para marcar un golazo.
A falta de generadores, a la orden del día estuvieron las imprecisiones. Un par de pelotas de Racing fueron a parar al lateral: un cambio de frente de Di Césare que un poco más y la para de pecho un plateísta y un intento de pase de Mura para Carbonero. Cuello quiso bajarle un balón a Leguizamón, pero no se entendieron y entre ambos desperdiciaron un buen saque del Chila Gómez.
Paradójicamente, la falta de estética y las imperfecciones lo hacían más entretenido. Quedaba exhibido que sobre el césped el buen juego no aparecía, aunque eso no impidió las emociones. Cualquier cosa podía pasar, esa era la sensación que volvía atractivo a un encuentro no tan bien jugado.
En ese palo y palo el que pegaba más fuerte era San Lorenzo. Debió haber aumentado la cuenta con un contraataque casi perfecto: taco de Cuello, corrida de Cerutti, habilitación a Bustos y definición defectuosa en la zona de fuego.
Solo Russo sabrá porqué eligió sacar a Cuello, que estaba siendo la figura. Adentro Andrés Vombergar. Y Muniain para disputar la última media hora. Costas también movió el banco y metió nombres pesados como Maravilla Martínez, Colombo y Rojas.
A la primera, los de Avellaneda llegaron al empate por un cabezazo de Mura por arriba de Gómez. Racing equilibró la balanza. Como cuando se cumple la hora en la canchita del barrio, en el final era “gol gana”. Lo hizo Mura a los 90, gracias al mal rechazo del Chila, y La Academia sueña por duplicado.