La policía francesa detuvo el sábado a dos de los cuatro sospechosos por el robo de las joyas de la corona de Francia ocurrido en el Louvre.
Los detenidos intentaban abandonar el país. El botín, valuado en 88 millones de euros, todavía no fue recuperado. Ambos hombres tiene antecedentes delictivos y eran conocidos por las fuerzas de seguridad.
Los dos hombres arrestados tienen cerca de 35 años y viven en el departamento suburbano de Seine-Saint-Denis, en París. Uno de los sospechosos fue detenido en el aeropuerto parisino de Roissy-Charles De Gaulle el sábado por la noche, cuando se preparaba para abordar un vuelo hacia Argelia. El segundo fue capturado al mismo tiempo en Seine-Saint-Denis para viajar a Malí.
La operación de captura la ejecutó la Brigada de Represión del Crimen Organizado (BRB), que movilizó a más de cien investigadores para el caso. Los sospechosos fueron puestos bajo custodia policial por los cargos de robo en banda organizada y asociación de malhechores criminal. Fuentes policiales indicaron que los delincuentes fueron identificados casi de inmediato tras el robo. Los investigadores prefirieron realizar un seguimiento para intentar localizar a toda la banda y asegurar la recuperación de las joyas.
El equipo que ejecutó el robo en la galería de Apolo del museo dejó numerosas pistas. La fiscal de París, Laure Beccuau, detalló el jueves que en el lugar se tomaron más de “150 muestras de ADN, huellas dactilares y otras”. La fiscal se mostró “optimista” sobre la resolución del caso gracias a estas pruebas. Explicó que los análisis de laboratorio son prioritarios y que los resultados podrían ofrecer “pistas, especialmente si los autores estaban fichados”.
Durante su escape del museo, los cuatro delincuentes dejaron caer una corona que perteneció a la emperatriz Eugenia. La joya, con 1354 diamantes, 113 rosas y 56 esmeraldas, fue recuperada por la policía. Junto a ella, los expertos encontraron material utilizado por el comando: dos amoladoras, un soplete, gasolina, guantes, un walkie-talkie, un chaleco amarillo y una frazada.
El análisis de las cámaras de videovigilancia de la ciudad, autopistas, bancos y empresas también permitió trazar la ruta de huida de los sospechosos a través de París y sus alrededores.
La difusión de la noticia sobre las capturas generó malestar en la fiscalía. Laure Beccuau lamentó la “divulgación precipitada” de la información. “Lamento profundamente la divulgación precipitada de este elemento por parte personas informadas, sin consideración por la investigación”, declaró la fiscal en un comunicado. Afirmó que esta revelación perjudica los esfuerzos para encontrar las joyas y al resto de los delincuentes.
El ministro del Interior, Laurent Nuñez, expresó una postura diferente. A través de la red social X, felicitó a los agentes a cargo del caso. “Mis más sinceras felicitaciones a los investigadores que han trabajado sin descanso”, escribió. El funcionario también advirtió que el trabajo debe continuar con respeto al secreto de la investigación bajo la autoridad de la fiscalía.
Tras el robo, las autoridades tomaron medidas para proteger el resto de la colección. El viernes se trasladó una parte de las joyas que no fueron sustraídas, junto con otras piezas valiosas del museo, a la bóveda del Banco Central de Francia. Las colecciones quedaron depositadas en la principal cámara blindada de la institución, una caja fuerte ubicada a 26 metros bajo tierra.
Este espacio de máxima seguridad resguarda casi todas las reservas de oro francesas y otros tesoros nacionales. Entre ellos se encuentran los Cuadernos de Leonardo da Vinci, cuyo valor supera los 600 millones de euros. El botín del robo en el Louvre se evalúa en 88 millones de euros.
Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA a partir de un artículo firmado por Luisa Corradini.
 
															 
															 
															 
					 
							 
															
 
			
 
		 
		 
		