«Buenas noches». Las palabras de Vladimir Putin, en español, iban dirigidas a los hijos del matrimonio de espías rusos que se hicieron pasar por argentinos y que regresaron a Moscú gracias al mayor intercambio de prisioneros entre Rusia y Estados Unidos en la historia postsoviética.
Fue el propio presidente quien recibió a una emocionada Anna Valereva Dulceva, que se fundió llorando en un abrazo con el jefe del Kremlin, que le regaló un ramo de flores en presencia de sus dos hijos. Le acompañaba su marido, Artem Viktorovic Dulcev, quien junto a su esposa se declaró culpable de los cargos de espionaje y falsificación de documentos ante la Justicia de Eslovenia.
«Ni siquiera sabían quién es Putin», declaró Dmitri Peskov, portavoz presidencial, en conferencia de prensa.
De hecho, Peskov agregó que los niños -ni siquiera saben hablar en ruso- preguntaron ayer a sus padres quién era el señor que los recibía en el aeropuerto.
«Los hijos de los agentes encubiertos que llegaron ayer descubrieron que eran rusos sólo cuando el avión despegó de Ankara. Antes de esto, no sabían que eran rusos y estaban relacionados con nuestro país«, aseguró.
En las imágenes ofrecidas en directo por la televisión rusa se pudo ver cómo Putin abrazó en primer lugar al pie de la escalera del avión a Vadim Krásikov, el agente del Servicio Federal de Seguridad (FSB) condenado a cadena perpetua en Alemania por asesinar en 2019 a un ciudadano georgiano.
Seguidamente, saludó uno por uno a los presos liberados, con los que después se reunió en un acto privado en el edificio del aeropuerto, adonde llegaron procedentes de Ankara, donde tuvo lugar el canje.
«Primero de todo quiero felicitar a todos por su regreso a la patria. Ahora quiero dirigirme a los que tienen relación con el servicio militar. Quiero darles las gracias por su lealtad al juramento, su deber con la patria que ni un minuto se olvidó de ustedes», dijo Putin. Además, prometió que todos recibirán medallas estatales y que próximamente hablarán sobre su futuro.