NUEVA YORK.-Un día después de que Ana Botín, presidente global del grupo Santander elogiara el desempeño macroeconómico de los últimos meses que tuvo la Argentina, los economistas de las filiales de los países de Latinoamérica anticiparon los desafíos que tiene la región en un mundo convulsionado que atraviesa un proceso de reordenamiento comercial. “Estamos en un momento de incertidumbre y volatilidad”, reconoció Juan Cerruti, economista jefe del Grupo Santander al inicio de la charla organizada en el la Bolsa de Nueva York en pleno Wall Street.
Inmediatamente Cerruti aclaró que para entender lo que está pasando es clave separar las “señales del ruido”. Destacó que la economía global viene creciendo a un ritmo del 2% o 3% al año y que si bien los bancos centrales subieron las tasas, el mundo siguió creciendo. “Esto muestra que está fuerte y con reservas”, justificó.
A los pocos minutos, puso el foco en la oportunidad que podría generar este contexto a los países de América Latina. “La tensión comercial que generó el tema arancelario es como el juego de la silla, en el que nadie sabe dónde va a terminar, pero esta región podría ser un ganador relativo”, analizó el economista. “Además, los bancos centrales son un ejemplo de cómo mejoraron las instituciones en la región”, agregó.
Optimismo sobre la Argentina
Cuando llegó el turno de hablar de la Argentina, con números en la mano, Rodrigo Park, el economista jefe de Santander Argentina mantuvo el tono optimista que mostró Botín con los periodistas el martes por la mañana. “Nos vamos convirtiendo en una economía más aburrida y eso es bueno porque el país es más previsible, lo que terminará impulsando las inversiones”, arrancó su presentación, y complementó con datos: en noviembre del 2023 el PBI caía un 0,7%, el gap del tipo de cambio paralelo con el oficial era del 150%, la tasa de interés, del 133%, el riesgo país estaba en 2000 puntos y la inflación mensual rondaba el 12,8%. Hoy, la foto es otra: el PBI crece 5,7%, la brecha del tipo de cambio es menor al 5%, la tasa de interés es del 29%, la inflación mensual subyacente –eliminando los componentes estacionales- es del 3,2% y el riesgo país está en el orden de los 700 puntos.
“Esto muestra que la Argentina pasa por un plan de estabilización con un diagnóstico claro y una buena inercia”, explicó. También se refirió al nuevo régimen de bandas cambiarias entre $1000 y $1400: aseguró que lo que se busca es “eliminar distorsiones y garantizar previsibilidad”. A esto se suma un ajuste fiscal que llevó el déficit primario del -3% del PBI a un superávit del 2% del producto en tiempo récord, con niveles de aprobación social inusualmente altos.
A la hora de analizar los sectores que están traccionando, destacó que el país tiene potencial en oil & gas, agro y minería. También en las economías urbanas que están arrancando, impulsadas por el crecimiento de los salarios y el crédito. “Ya representa casi el 10% del PBI, cuando veníamos de niveles mínimos del 4%”, detalló.
Ante la pregunta de si considera que las reservas de la Argentina aún son frágiles, respondió que “lo bueno del programa con el FMI es que con el nuevo acuerdo y los U$S23.000 millones estamos casi duplicando el nivel de reservas”. ¿Qué significa esto? “El Banco Central tiene un poder de fuego para que si hay un overshooting, puede dar respuesta y mantener el tipo de cambio en niveles razonables”, agregó.
De cara a futuro, planteó como desafíos la necesidad de que el Gobierno “gane sillas” en el Congreso en las elecciones de este año que le permita avanzar en las reformas estructurales necesarias, como la laboral, la previsional y la impositiva.
En definitiva, Park insistió en que “una casa se empieza a construir desde los cimientos y no desde el techo”, y eso es lo que ha hecho el Gobierno con el plan. “El 2025 es el año para estabilizar los fundamentos, como base para una agenda de crecimiento sustentable”, sintetizó.
Efecto Trump
Respecto del impacto de la “guerra arancelaria”, Cerruti coincidió con lo que dijo ayer Botín que “cuanto antes de resuelva este impasse de 90 días, mejor”, aunque enfatizó en que ese tiempo “es una señal positiva, porque hay espacio para el diálogo y redefinir las nuevas reglas del comercio mundial”.
También reconoció que la principal economía afectada será la americana, pero minimizó las consecuencias: “Tiene pilares sólidos, fue la más fuerte en 10 años y la que más aumentó su nivel de productividad”.
A la hora de referirse a Europa, Cerruti afirmó que espera un crecimiento moderado pero con perspectivas positivas. “Es un cambio filosófico que después de darle durante años la espalda empiece a mirar la competitividad y la productividad”, destacó. Por caso, Alemania, con un ratio de deuda del 60% que podría aumentar al 85%, generará “un impacto dinamizador”.
El panel se completó con los economistas jefes del resto de las geografías de la región. Alonso Cervera, el economista de México, dijo que, a corto plazo, ve cierta vulnerabilidad en su país por efecto de los Estados Unidos, pero se mostró optimista en el mediano y largo plazo, porque, si bien más del 80% de las exportaciones van al país vecino, está convencido de que ese país no podrá suplir todo lo que le vende México.
Brasil y Chile tienen otros desafíos. En el primer caso, viene de un crecimiento de entre 3% y 3,5% desde la pandemia que ahora se desacelerará al 2%. “Por otra parte, la tasa de desempleo, que rondaba el 6,4%, aumentará hasta el 6,8% este año”, compartió Ana Vescovi, la economista jefe de Santander Brasil, y anticipó que los desafíos para 2025 serán la política monetaria y el crecimiento.
Mientras que, para Chile, Fernando Larrain, economista de Santander en ese país, espera un crecimiento del 2,1% para este año y de apenas el 1,7% para 2026. “No es una buena señal. Los porcentajes deberían ser mayores”, reconoció. “Lo bueno es que es un tema que está en el centro del debate político en un año electoral”, finalizó.